Cuando Rosa Bouglione se casó dentro de la jaula de un león, el pastor, pese a sus mayores esfuerzos, tuvo que quedarse afuera. Que el animal lo atacara hubiera estropeado la boda.
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Pero aquel era, sin duda, el lugar indicado para que Rosa diera ese gran paso. Después de todo, fue en una jaula como esa donde comenzó su carrera en el mundo de la danza serpentina, cuando aún estaba en su adolescencia.
Rosa nació en la industria del circo, en una caravana arrastrada por caballos a su paso por Bélgica en diciembre de 1910. Su padre era domador en el negocio familiar, la Casa de Fieras Van Been, y se encontraban de gira por Europa con sus serpientes, osos y leones.
"Nací en una caravana y fue ahí donde dejé mi corazón", escribiría años después en su autobiografía.
A los 17 años, sin embargo, su corazón ya tenía otro pretendiente: se enamoró de Joseph Bouglione, que pertenecía a otra familia circense.
No es de extrañar, entonces, que se dieran el sí entre leones.