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Manuel Matheu, experto en sexo: “La monogamia no es un rasgo del ser humano”

Las visiones sobre el sexo de Manuel Lucas Matheu rompen con lo establecido. Es el presidente de la Sociedad Española de Intervención en Sexología y ha dedicado toda su vida a estudiar este campo. En BBC Mundo hablamos con él.

El sexo no tiene secretos para Manuel Lucas Matheu.

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Este español nacido hace 69 años en un pueblo de Jaén, en Andalucía, ha dedicado toda su vida a estudiar esa pulsión que marca de manera decisiva al ser humano.

Presidente de la Sociedad Española de Intervención en Sexología, además de miembro vitalicio de la Academia Internacional de Sexología Médica, Matheu reivindica que el verdadero órgano sexual de los seres humanos no son los genitales sino la piel.

Y sentencia que no estamos biológicamente predispuestos hacia la monogamia y que si la practicamos es por un único motivo: somos pobres.

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En BBC Mundo hablamos con Matheu sobre la relación entre la sociedad y el sexo y sobre el concepto de monogamia entre otros temas.


Woody Allen decía: "Hay dos cosas muy importantes en la vida: una es el sexo y de la otra no me acuerdo". ¿Realmente el sexo es tan fundamental?

El sexo es importantísimo, muchísimo más importante de lo que piensa la mayoría de las personas, de las instituciones y la sociedad en general. El sexo determina en gran medida nuestra calidad de vida, en el sexo tienen su origen muchos comportamientos. Y sin embargo, el sexo está ninguneado.

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Usted, por ejemplo, sostiene que las sociedades más pacíficas y con menos conflictos son aquellas que viven la sexualidad de manera más libre y desinhibida…

No lo digo yo, lo dice un estudio que llevé a cabo y en el que analicé 66 culturas diferentes, algunas con estudios de campo sobre el terreno, estuve por ejemplo en las islas Carolinas, en Micronesia. Y la conclusión de ese estudio es que las sociedades más pacíficas son aquellas en las que la moral sexual es más flexible y donde lo femenino tiene un papel preponderante.

Y al revés: las sociedades reprimidas y donde la mujer tiene un papel secundario, como ocurre en las sociedades occidentalizadas en las que vivimos, son más agresivas.

Para entender de qué estamos hablando, ¿puede ponernos un ejemplo de sociedad sin represión sexual y donde lo femenino esté muy valorado?

Los chuukies, una sociedad que estuve estudiando durante cuatro meses en las Islas Carolinas, en Micronesia. Se trata de una sociedad en la que todos los bienes se heredan a través de la línea materna, es decir, es la madre la que determina el poder económico.

Frente a la sociedad occidental en la que se da una enorme importancia al tamaño del pene, allí lo que importa es el tamaño de los labios menores de los genitales de la mujer. Mientras que en occidente la menstruación se ha considerado tradicionalmente algo impuro, allí se considera beneficiosa y se emplea con fines curativos.

Y allí, a diferencia también de lo que ocurre en nuestra cultura, es la mujer la que lleva la voz cantante en las relaciones sexuales, la responsable de los encuentros sexuales.

Los hombres, por ejemplo, se acercan por las noches gateando a las cabañas de las mujeres, tanto solteras como casadas, e introducen en sus chozas unos palos tallados que permiten a las mujeres identificar a quién pertenece cada uno de ellos. Si a las mujeres les apetece tener relaciones sexuales, se quedan con el palo que corresponda al hombre que les interesa, lo que significa que este puede entrar en su choza. Y así toda las noches.

Allí no existen los celos, no existe el concepto de fidelidad, la moral sexual es mucho más relajada que ahí. Y todo eso coincide con que es una sociedad muy pacífica, mientras que la sociedad occidental es muy agresiva.

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