"Toda la escuela, ¡firmes!", grita el sargento Max. Junto a centenares de compañeros, Lavínia, de 14 años, apoya el pie en el suelo del campo polideportivo, junta las piernas y extiende las manos a los lados.
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"Alumnos, descansen", continúa el sargento. Lavínia separa las piernas alineadas con los hombros y coloca los brazos para atrás. Comienzan a tomar asistencia.
La adolescente es alumna del 7º curso de Enseñanza Primaria de la Escuela Municipal Professora Altair da Costa Lima, en Dias D’Ávila, en la región metropolitana de la ciudad brasileña de Salvador de Bahía.
Hasta hace dos meses, ella llegaba a clase con el pelo suelto y las pestañas pintadas. Ahora, tiene que maquillarse discretamente y lleva el pelo en un moño. Además, los alumnos deben presentarse diariamente en formación de tropa.
La Escuela Altair da Costa Lima no es un colegio militar, donde esta práctica es común, sino una de las primeras instituciones educativas en recibir el modelo bautizado como Vetor Disciplinar ("Vector Disciplinario"), resultado de un acuerdo de cooperación técnica entre la Policía Militar de Bahía y las prefecturas que creen que el método de disciplina de la Policía Militar puede mejorar los resultados de sus escuelas de enseñanza básica.
Sin embargo se trata de un modelo diferente al de los Colegios de la Policía Militar (CPM). En Bahía existen actualmente 15 CMPs y, por la legislación vigente, este número solo puede aumentar hasta 17.
En el caso del Vector, las escuelas solo pueden ser creadas por las prefecturas y cuentan con policías militares en la reserva para actuar en el ámbito disciplinario .
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En este caso, el costo de implantar el modelo queda a cargo de los municipios.
El tema es también objeto de disputa electoral. El candidato a la presidencia de Brasil, Jair Bolsonaro, afirma en su plan de gobierno que, si gana, en dos añostodas las capitales del país tendrán por lo menos un colegio militar.