Es una historia poco conocida. Todos los días, durante al menos cuatro meses, la CIA siguió los pasos del movimiento estudiantil que se desarrolló en México en 1968.
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La vigilancia no fue sólo en la capital del país, donde la organización y protestas tuvieron más fuerza, sino en varios estados.
Los agentes recabaron datos de los líderes estudiantiles, ayudaron a grabar conversaciones telefónicas y asambleas en las escuelas.
El histórico proceso terminó con una masacre en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, la tarde del 2 de octubre de 1968.
También de la matanza hubo informes. Los documentos se enviaron a Langley, donde está la sede de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA, por sus siglas en inglés).
Copia de algunos documentos los recibió también el entonces presidente mexicano Gustavo Díaz Ordaz.
Influencia
De hecho, según documentos secretos del gobierno estadounidense desclasificados en los últimos años, la CIA tuvo una fuerte influencia en las decisiones del mandatario hacia las protestas estudiantiles.
Incluso Díaz Ordaz recibía un sueldo de la CIA, recuerda a BBC Mundo el académico Sergio Aguayo, investigador del Colegio de México.