Si tienes un smartphone, es probable que más de una vez hayas cerrado bruscamente las aplicaciones que no utilizas. Es tan fácil como deslizar el dedo a través de la pantalla para que desaparezcan como por arte de magia. Es casi automático.
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¿Por qué lo hacemos? Puede resultar molesto tener demasiadas aplicaciones abiertas. Además, se dice que esas apps gastan batería aunque no las estemos usando y que, por lo tanto, es mejor que las cerremos rápidamente.
Pero los diseñadores de Apple y Android no están de acuerdo.
Según los ingenieros, cerrar las aplicaciones en segundo plano (así se les denomina a esas apps que no usamos en el momento)no sirve para evitar gastar batería.
De hecho, cerrarlas de repente puede tener el efecto contrario y hacer que, al final, nuestro teléfono consuma más energía por culpa de ese proceso.