En los últimos años en la Unión Europea se observa un fenómeno que llama la atención: uno de los miembros más pobres del bloque, que todavía siente los efectos de una grave crisis económica, está ascendiendo cada vez más en la principal prueba internacional de educación.
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Portugal logró que sus alumnos de 15 años se situaran por encima de la media de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que agrupa a los países más ricos del mundo, en las tres áreas de estudio evaluadas por la prueba Pisa: ciencia, lectura y matemáticas.
Desde que la OCDE comenzó a aplicar la encuesta -que se realiza cada tres años- en 2000, Portugal ha avanzado "a pasitos".
Desde hace una década y media el país europeo mantiene esa trayectoria en sus resultados y es el único del continente que mejora su desempeño cada año.
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Ni siquiera durante los períodos más duros de la última gran crisis, cuando se redujeron las inversiones y hubo un ajuste fiscal impuesto por el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Central Europeo y la Comisión Europea, se frenó esta evolución.
Es tal la consistencia de los resultados, que Portugal hoy recibe el apodo informal de "estrella ascendente de la educación internacional".
Lo logró sin apostar por ninguna estrategia educativa importante sino invirtiendo en las personas que componen la comunidad escolar, especialmente las madres y los niños de 0 a 6 años.
A pesar de los resultados positivos, muchos creen que todavía queda bastante por mejorar. Uno de ellos es el profesor António Gomes Ferreira, director de la Facultad de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universidad de Coimbra, quien recomienda tener prudencia en la lectura de los datos.