Vivo a 4.200 kilómetros de mi ciudad. Pero si digo que estoy apenas a una centésima de segundo luz de ella (tiempo que tardaría la luz en recorrer ese trecho), la distancia parece más corta.
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Dado que nadie puede viajar a la velocidad de la luz, voy a mi ciudad en avión en un vuelo que demora seis horas.
Pero si digo que el trayecto tarda 6.480 millones de kilómetros luz (longitud que viaja la luz en ese periodo), tal vez la distancia parezca eterna.
Como vemos, la distancia puede expresarse en unidades de tiempo —como segundos, horas o años— y el tiempo, en metros o kilómetros (tomando como referencia la velocidad de la luz, que es siempre la misma: 300.000 km/s).
Entonces, ¿son intercambiables el espacio y el tiempo? Más bien, como dice la teoría de la relatividad, de Albert Einstein, se fusionan en una "malla" que se modifica dependiendo de la velocidad del observador y de la gravedad.
Es decir, el tiempo es relativo. No transcurre igual para todos.
El físico español Roberto Emparan, que dio una entrevista a BBC Mundo, intenta esclarecer estas aparentes rarezas y las consecuencias de las ideas de Einstein en su libro "Iluminando el lado oscuro del universo", publicado este año.
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Para ilustrarlas recurre a citas de personajes inesperados, como por ejemplo, Drácula.
"Qué pocos días se necesitan para que pase un siglo", dice el personaje de Bram Stocker. Parece que fuera una forma de decir que el tiempo es relativo.
Pongo esta frase en un capítulo en el que hablo de cómo el paso del tiempo se puede distorsionar mucho por efecto de la gravedad (el efecto gravitatorio de los cuerpos curva la malla del espacio-tiempo).
Pero Bram Stocker se refiere a que Drácula es casi inmortal, a que lleva viviendo muchos años y el paso del tiempo se le hace pesado.