"Oí que estaban contratando gente para venir y trabajar en Estados Unidos, así que me emocioné. Hubo gente que creyó que nos traían para pelear en la guerra y por eso no vinieron. Pero yo dije: ‘Si me van a matar, que me maten’, y vine".
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Lorenzo Cano* fue uno de cientos de miles de mexicanos, la mayoría pobres, muchos analfabetos, casi todos campesinos, que fueron a trabajar legalmente en EE.UU. durante las décadas de 1940, 50 y 60.
Les llamaban "braceros" y formaron parte del más amplio programa de trabajadores invitados llevado a cabo por Estados Unidos.
"Para suscribirse al (programa) Bracero, tenías que presentarte con tus papeles y ya. Te hacían un examen de sangre… algunos se desmayaban con eso. Luego te fumigaban con toda tu ropa puesta, antes de dejarte cruzar la frontera", cuenta Cano.