Un punto en una máquina de escribir anticuada se veía como una mancha negra tan grande como una letra. La llegada de las computadoras trajo consigo tipografías con espaciados proporcionales y el punto se redujo a una pequeña marca.
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Para mí, como previo usuario de máquinas de escribir, el efecto fue hacer que ese punto importara menos. La parte más importante de una oración pasó a convertirse en una simple manchita: fácil de insertar sin pensar mucho, fácil de ignorar por completo.
Después llegó otra amenaza: mensajes de texto y conversaciones en línea. El lenguaje visual dialogado de las burbujas de mensajes de texto anunciándose a la izquierda y a la derecha en el celular encuentra poca utilidad en los puntos. Una sola línea de texto no necesita puntuación para dejar en claro que ya terminó.
En lugar de un punto, presionamos "enviar". Y ahora la conclusión de un texto se marca con la imagen de un beso o una carita en lugar de un alto total. Los estudios incluso muestran que las personas tienden a interpretar un texto que termina con punto como cortante o pasivo-agresivo.