El río humano empieza en los primeros días de diciembre.
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En bicicletas, a pie, por largas caravanas de autobuses o camiones de carga, millones de mexicanos viajan cada año a la Basílica de Guadalupe, en el norte de Ciudad de México.
Esos días las carreteras hacia la capital del país se saturan de peregrinos. El barrio donde se encuentra el santuario se cierra por completo.
El día y la noche previos al 12 de diciembre, cuando se recuerda la aparición de la Virgen de Guadalupe, el flujo de personas no cesa.
Este 2018, se espera que por lo menos cinco millones de personas cumplan con su cita anual.
Y estos sólo son quienes llegan este día, porque el resto de los meses las visitas nunca se interrumpen. Cada año frente al altar de la Basílica rezan unas 20 millones de personas.
Es la celebración religiosa más importante de México, y después de la Basílica de San Pedro en Roma, el santuario de la Virgen Morena, como también se le conoce, es el más visitado de la Iglesia Católica.
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Pero más allá de la devoción, la imagen cuyo origen se ubica en 1531 es uno de los mayores símbolos de identidad en México.
“La Virgen de Guadalupe refleja de manera muy profunda lo que es la religiosidad popular del pueblo mexicano” le dice a BBC Mundo Bernardo Barranco, vicepresidente del Centro de Estudios de las Religiones de México.
