La dirección postal es el identificador inequívoco de dónde está nuestro hogar. La última línea es la que designa el país en el que vivimos, desde Nicaragua hasta Afganistán.
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Pero para unos cuantos millones de personas en todo el mundo, el código postal es un verdadero problema.
El servicio postal internacional no reconoce las cartas con destino a Abjasia, Transnistria o la República Turca del Norte de Chipre.
Las misivas encuentran su camino después de ser redirigidas a través de otros países. Es poco probable que esos nombres aparezcan en un formulario en internet.
Este trío de europeos se encuentra entre los pocos territorios del mundo, en su mayoría formados en guerras, que existen en los mapas pero no son estados ni miembros de organizaciones internacionales.
Sin embargo, son autónomos y bastante estables. La vida continúa, se recaudan impuestos y los niños van a la escuela.
Aunque sí es cierto que todo es un poco más complicado que en cualquier otra parte del mundo.