Nadie escoge el lugar de nacimiento, pero de una manera u otra, más o menos profundamente, marca nuestra vida.
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En el caso de Rosa Luxemburgo, la mujer a quien el líder soviético Vladimir Lenin llamaría el "Águila de la Revolución", ese accidente de nacimiento fue crucial para ayudar a formar la pensadora y revolucionaria en la que se convertiría.
Rosa nació en un pequeño pueblo llamado Zamość, cerca de Lublin, en 1871, cuando Polonia era parte del Imperio Ruso.
"No era nacionalista, ni creía en la autodeterminación de los polacos, pues quería que los trabajadores del mundo se unieran obviando las fronteras", le dijo a la BBC Jacqueline Rose, codirectora del Instituto Birkbeck para las Humanidades de la Universidad de Londres.
"Sin embargo, el hecho de que nació en un país que estaba bajo el dominio de otro le hizo entender la necesidad y el potencial de la revolución y la resistencia a injusticias históricas".