Por: Alexandra Gallegos A.
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Con una superficie de 740 metros cuadrados distribuidos en dos bloques de dos niveles cada uno, “Recicla” fue construido con containers marítimos dados de baja, acero reutilizado, maderas de estructuras en demolición y árboles trasplantados. Está inserto en la Facultad de Administración y Economía (FAE) de la Universidad de Santiago de Chile, “transformándose en el primero de la universidad y de los campus universitarios de Chile con este estándar. Hay otras experiencias, pero son menores. Este es un edificio afianzado y real, no un prototipo”, puntualiza Iván Jiménez, uno de los arquitectos a cargo de la construcción.
En términos de uso, tiene 3 salas de clase, 2 salas de estudio –una de las cuales se convierte en teatro al aire libre– y espacios techados de uso común para libre uso de los estudiantes, y uno de sus fines es fomentar la conciencia medioambiental en la comunidad universitaria. Su construcción bordeó los $700 millones, monto tremendamente competitivo para el mercado en relación al valor del metro cuadrado.
Los arquitectos a cargo del proyecto –que demoró un año en ser construido completamente– explican que para realizarlo utilizaron containers marítimos dados de baja, con el objetivo de sacar la idea de que los contenedores y sistemas modulares son sólo para campamentos y construcciones de faena, llevándolos a un estado distinto. Las maderas nobles usadas, en tanto, corresponden a material rescatado de antiguas casas de Santiago que se encontraban en proceso de demolición. “La madera de las terrazas eran antiguos pilares y vigas de casas, que se formatearon para darle un nuevo uso”, explica Jiménez.
Para el arquitecto, dentro de este cambio inmobiliario de Santiago a veces voraz, “hay muchos árboles de estas casas en proceso de demolición que iban a ser arrancados y los trajimos. Aquí tenemos liquidámbar, cotoneaster y laureles trasplantados”. Otro de los profesionales involucrados en “Recicla” es Willy Muñoz, quien destaca el uso de termopaneles vidriados y del acero, ya que “son de los materiales más reciclados en la construcción. Por eso, por un lado, está el hecho de que fue construido con materiales reciclados y, por el otro, el potencial de que el edificio se recicle a sí mismo”. De hecho, gracias a los termopaneles se podrá trabajar hasta las 21 horas en verano sin utilizar luz artificial, además se están construyendo recipientes de reciclaje hechos con materiales reciclados, y a futuro se levantará un envolvente ambiental que permitirá que este edificio tenga un costo de aire acondicionado muy bajo, ya que las fachadas ventiladas producirán corrientes de aire que permitirán un gasto mínimo.
A cargo de la ingeniería estuvieron Daniel Alvarado y Luis Leiva, quienes debieron resolver diversas complejidades propias de un proyecto de vanguardia como éste. Por ejemplo, justo debajo del edificio pasa un tren en dirección a la Estación Central. “Los datos decían que el túnel estaba a 16 metros, pero cuando comenzó la excavación, a menos de un metro nos encontramos con esto. Por lo tanto, las fundaciones, que por lo general están bajo los edificios, debieron desplazarse para esquivar el túnel. Aunque fue una dificultad adicional, se resolvió muy bien”, señalan.
Hay que recordar que el 2016 fue promulgada la Ley de Fomento al Reciclaje, que muestra lo imperioso de cambiar la cultura de lo desechable por una cultura de reciclaje. Pero en Chile apenas reciclamos un poco menos del 10% de los residuos que generamos. Hoy la valoración de un residuo es un acto voluntario, pero nuestro objetivo como sociedad debiera ser triplicar por lo menos los niveles de reciclaje. Y edificios como éste se transforman en un ejemplo de que sí es factible.