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Por Marcial Del Rio, ARQUITECTO.
Para definir el color debemos pararnos en nuestro espacio habitable y detenernos a pensar qué es realmente lo que queremos, qué sensaciones aspiramos provocar, y qué deseamos sentir.
El color ayuda en gran medida a proporcionarnos sensaciones y es un excelente medio de transporte hacia la Felicidad Espacial. Los tonos fríos como los violetas, azules y verdes, aportan tranquilidad y nos neutralizan. Por el contrario, los cálidos como rojos, naranjos y amarillos, nos levantan y nos convierten en personas más activas.
Se debe prestar mucha atención en qué colores utilizamos y dónde. A pesar de que los cálidos son muy atractivos, no son tan recomendables al momento de diseñar, por ejemplo, dormitorios de niños. De igual forma, si queremos crear espacios de relajo y distracción, deberíamos ocupar los colores fríos.
La elección del color es fundamental para vivir mejor y ser más felices. Los gustos juegan un papel importantísimo al momento de elegirlos, sin descuidar, por supuesto, el tema sensorial.
Pensemos en lo que ciertos colores provocan en nosotros. El azul del cielo, por ejemplo, nos tranquiliza y nos da paz. Por el contrario el amarillo es pura energía. Es el sol, fuente inagotable de luz y poder.
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Entonces, si al diseñar usamos criterios como estos y hacemos este ejercicio, tomaremos excelentes decisiones al momento de definir el entorno en el que viviremos de ahí en adelante.
Debemos seguir nuestros instintos, dejar que nuestras necesidades hablen por sí solas y así, al entender cómo funcionan los colores en nosotros, podremos entender que usándolos correctamente podremos convertirnos en personas con un mayor bienestar y mucho más felices.
El correcto uso del color es fundamental para lograr el éxito de cualquier proyecto de interiorismo. Más aún si trabajamos con la Felicidad Espacial.