El sueño es reparador; mientras dormimos, las células del cuerpo se regeneran, lo que mejora nuestra salud y apariencia física. La falta de sueño interrumpe este proceso con resultados que se reflejan en nuestros rostros.
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La ausencia de un buen reposo dilata nuestros vasos sanguíneos, incrementando la visibilidad de las ojeras; además, incrementa el estrés, “si no dormimos nos vemos enojados, tristes, cansados y, definitivamente, más viejos”, añade la dermatóloga Doris Day.
