Columna: Chile cambió

La obtención de la Copa América corona una tendencia de éxitos individuales y grupales de chilenos a nivel mundial: con esfuerzo y humildad, se puede.

 

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Lágrimas de Medel al abrazar a Sánchez luego del penal decisivo. Juegan juntos con la Roja hace diez años / Agencia UNO

Andrés Del Brutto – @El_Editor
Secretario de Redacción El Gráfico Chile

Olvídense.

“Jugamos como nunca, perdimos como siempre”. “Y ahora… a lo nuestro”. “¿Por qué siempre nos pasa a nosotros?”.

Tiren estas frases a la basura, no quiero volver a escucharlas.

Mis hijos no las conocen, no quiero que las escuchen alguna vez.

Chile cambió, así titulamos una tapa del diario El Gráfico Chile cuando la Roja cayó eliminada ante Brasil en los octavos de final del Mundial 2014.

Había cambiado el juego, desde 2007 a esta fecha. Estilo propuesto y enseñado por Marcelo Bielsa, germen de esta enfermedad que goza la la Roja.

Cambió también la actitud. También por esos años. Vidal, Sánchez, Isla, Medel, Carmona, protagonistas de un sudamericano con el famoso “¡Ahí quedó Brasil!” de un impertinente Arturo, que gritaba a los cuatro vientos que quería ser campeón del torneo y del Mundo. Los dirigentes se pelearon al volante y a Alexis, lo querían en el Sub 20 de Canadá y en la Copa América de Venezuela. Finalmente viajaron a la orden de José Sulantay. La tarde antes de tomar el vuelo rumbo a Norteamérica, Vidal le decía a El Gráfico Chile en Juan Pinto Durán sobre aquel torneo en Paraguay donde finalizaron cuartos: “Esta Selección se paró de igual a igual con todos. Nunca nos dijimos: ‘Pucha, nos tocó Brasil, tenemos que echarnos para atrás’. Al contrario, siempre pensamos en ganarles, en salir campeones. Y así fue, a Brasil le empatamos y después nos hicieron un gol de mala suerte”.

Luego, consultado por sus ídolos, mientras los familiares se despedían de los jugadores, decía: “Al que vi jugar y con quien me identifico mucho es Miguel Ramírez. Aprendí mucho de él, tenía 31 años y era increíble cómo marcaba y se barría. Bueno, Miguel Riffo también es un referente. Y de afuera… Cannavaro. Es el mejor central del mundo, ¿cierto? Eso me gustaría, que algún día digan eso sobre mí, que soy el mejor del mundo”.

Vidal y compañía llevan una década diciendo que quieren ser los mejores del mundo, que quieren ser campeones del mundo, que quieren conquistar el mundo. El triunfo sobre Argentina en la final de la Copa América no es casualidad -“no existen las casualidades en el fútbol”, insiste Javier Mascherano-. Tampoco es un hecho aislado: marca un cambio definitivo que asomaba la triste tarde de Belo Horizonte.

Hoy las niñas y niños, los jóvenes también, tiene la mejor referencia posible: se puede. Siempre se puede ser más grande. Lo hizo Bravo, conquistando Europa. Lo ha hecho Manuel Pellegrini, con una ética admirable. Alexis Sánchez ha triunfado entre los mejores… y el fútbol es apenas la cara más visible. Felipe Miranda, campeón mundial de esquí náutico. María José Moya, campeona del mundo de patín. Carlo de Gavardo y Chaleco López, campeones del mundo. Las chicas del hockey patín. Los remeros Yantani y Cerda. Las medallas de Tomás González en Copas del Mundo. ¡Son todos chilenos! ¡Son todos de oro! Como las medallas inolvidables de Massú y González en los Juegos Olímpicos.

“Chile puede, Chile sabe ganar, Chile está entre los mejores cuando hay esfuerzo y sacrificio”, les digo hoy a mis hijos junto con mi señora, ellos chilenos, yo argentino. “Sí, es cierto que se equivocan y tropiezan, porque son tan normales como nosotros”, les respondo cuando surgen los reproches hacia su comportamiento. “Pero se propusieron algo, y lo lograron porque creían que podían lograrlo, porque confiaban en sus capacidades”.

Y ese, el de estos deportistas de nivel mundial, para este país dividido y convulsionado por las protestas y la corrupción de la clase política y empresarial, es el mejor ejemplo que podríamos proponer para aprender a valorar y respetar lo que tenemos.

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