La hora de Salah

El margen de error es nulo y no sé si tendrá otra oportunidad tan concreta de cumplir su sueño del proceso serio y con continuidad en el tiempo.

 

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Ya dejó de rendir cuentas con buzo. Ahora comenzará a hacerlo con terno / archivo

Durante muchos años, décadas en realidad, Arturo Salah se transformó en el gran defensor de los denominados procesos en el fútbol chileno. Desde su rol de entrenador en el Colo Colo de la segunda mitad de los ochenta primero, y luego como DT de la selección nacional en los primeros años de la década del noventa, el ex atacante auspició, luchó y defendió la necesidad de que en el fútbol chileno, tanto a nivel de clubes como en las diversas selecciones nacionales, existiera una coherencia y una continuidad en las apuestas técnicas que tomaran los dirigentes más allá de los resultados que se dieran en la cancha en el corto plazo.

Lamentablemente para Salah su prédica se dio mayoritariamente en el desierto. Porque salvo en sus años a cargo de Juan Pinto Durán, cuando armó la Unidad Técnica Nacional junto a su ayudante Manuel Pellegrini, el estratega de ancestros árabes e italianos no pudo, casi nunca, sentar las bases de un proceso a mediano plazo en alguna cancha criolla.

En la Roja los resultados en la Copa América de Chile ’91 y Ecuador ’93 hicieron insostenible su continuidad. Luego inició la aventura de reconstruir Universidad de Chile, pero el llamado de los dólares del Monterrey mexicano abortaron un proyecto que, por coincidencia o no y tal como le ocurrió con el Colo Colo de Mirko Jozic, terminó con otro DT, Jorge Socías, cosechando lo que había sembrado “Elmer”. En México no obtuvo títulos y luego tampoco pudo celebrar alguna conquista en Cobreloa, en sus dos pasos por Huachipato, en su regreso a la U o en su última etapa con buzo a cargo de Santiago Wanderers. Y es que el mismo Salah lo ha reconocido varias veces: “Sin resultados domingo a domingo ningún proyecto se sostiene”.

Sin embargo, y a pesar de la falta de éxitos tangibles (el último título que obtuvo Salah lo consiguió con el Cacique en 1990), el hoy presidente de Colo Colo recorrió su camino como entrenador profesional ganándose el respeto del medio. Mientras parte de la prensa condicionó a la hinchada tildándolo de “ratón”, muchos pensamos que Salah fue una isla de seriedad, decencia y consecuencia en un mundo poco acostumbrado a ese perfil de profesional. Se hace muy difícil, por no decir imposible en mi caso, recordar a algún futbolista que fuera dirigido por él hablando mal del técnico; en general todos alaban su capacidad de trabajo, su particularidad de poder ser cercano y hacerse respetar a la vez y su claridad de conceptos futbolísticos. Quizá por todo eso a Salah hace varios años, incluido el proyecto de Harold Mayne-Nicholls para nombrarlo como gerente técnico en las selecciones nacionales cuando llegó a la ANFP, muchos querían jubilarlo de la banca, sacarle la tenida deportiva y volver a ponerle la chaqueta (tal como hizo durante su período al mando de Chiledeportes) para que se hiciera cargo de un proyecto futbolístico desde arriba, en un cargo con injerencia y poder.

Y a Salah le llegó el momento. El hoy ex entrenador decidió aceptar el fierro caliente de Colo Colo, colgar el buzo y asumir como presidente de un club que, en los últimos cinco años, lo único que ha hecho es perder jerarquía, competitividad y liderazgo dentro del fútbol nacional. Lo reconoció en una entrevista este fin de semana el propio Salah: “(…) como presidente de Colo Colo podré cumplir mi sueño de hacer una unidad técnica (…) encabezar un proceso”.

Si Arturo Salah aceptó el llamado de los cuestionados regentes de Blanco y Negro es porque tendrá margen para tomar decisiones y autonomía para encabezar la urgente reestructuración que se pide a gritos en Macul en todos sus estamentos: fútbol formativo, primer equipo y organización institucional. El ex entrenador no podrá escudarse en sus jefes; se supone que ahora él es el jefe, por eso se subió al proyecto. Sus primeras tareas será nombrar al nuevo técnico, encabezar la poda del plantel y salir a buscar verdaderos refuerzos para un segundo semestre que para los albos, después de mucho rato, tendrá el desafío de un torneo internacional con la Copa Sudamericana.

Dicen que Salah ya se reunió con Claudio Borghi, Marco Antonio Figueroa y Jorge Pellicer. Cuentan también que la mira está en Rosario, en la figura de Gerardo Martino. De aquí a dos semanas sabremos qué nombre elegirá el flamante presidente para dirigir al borde de la cancha su proyecto. Ojalá no se equivoque; el margen de error es nulo y no sé si tendrá otra oportunidad tan concreta de cumplir su sueño del proceso serio y con continuidad en el tiempo. Depende de él, entonces. Llegó su hora de tomar decisiones.

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