Columna de Juan Cristóbal Guarello: Es la política, estúpido

 

@caterinbravo

Por Juan Cristóbal Guarello

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La premura con que el gobierno reaccionó a la exigencia de mayores recursos por parte de los deportistas de alto rendimiento, dejó varias cáscaras y migas en el camino. La primera de todas, la más desoladora y, a la vez, la más reveladora, es que en Chile no existe algo, ni siquiera de manera incipiente, que pueda ser llamado “política deportiva”. Pero, yendo más al fondo del asunto, no existe una política estructural para ningún ámbito que exceda la incumbencia de la política misma. Esto es, que sólo en los derroteros mismos del poder, del mantenimiento del poder, existe una idea base, acciones concretas y diligencia. El resto (cultura, artes, ciencias, deportes), todo queda en manos del maldito “aplausómetro” o el efecto inmediato que pueda tener una medida concreta, una puesta en escena cualquiera.

Veamos la columna vertebral del asunto. Comienza cuando el gobierno, encabezado por la Presidenta Michelle Bachelet, con bombos y platillos se suma al fiesta de lanzamiento del Mundial Sub 17 que tendrá como sede a Chile el próximo año. Como la adición en estos casos es en extremo simplista (Mundial= popularidad= encuestas favorables), se hizo un anuncio de subvención millonaria por parte del estado a este evento. La cosecha de popularidad era tan tentadora, que la propia Bachelet bromeó en la ocasión señalando que repetiría el puntapié inicial que hizo para el Mundial Femenino 2008, donde salto por los aires su zapato reina, provocando la simpatía transversal ante el espontáneo y divertido gesto.

Ése, el del Mundial Femenino 2008, fue un gran momento para la Presidenta. Pues hay que replicarlo. Y en la búsqueda de la repetición no se miden costos. Entonces, de manera irresponsable, se embarca al estado en un gasto innecesario y, tomando en cuenta el prontuario de la FIFA, francamente insultante. Sin aditivos se trataba de una subvención directa a los popes de Zurich (y sus comparsas en Chile) ¿Nadie en La Moneda, el ministerio de hacienda o en el de deportes reparó en ése pequeño detalle? ¿Tanto dinero por un zapato volando por los aires?

Pero, claro, resultó que se desvestía un santo para vestir otro. Y ese santo desnudo era el deporte de alto rendimiento. El presupuesto 2015 para estos efectos sólo tenía un incremento, los 2.8 millones de dólares que iban directamente a las arcas de la FIFA como subsidio de entradas y transportes del Mundial Sub 17 (ya subsidiado de manera millonaria con la remodelación y construcción de estadios). Los afectados, con razón, reclamaron de manera vehemente, provocando de inmediato una crisis política que amenazaba con crecer geométricamente. Explosión en las redes sociales, reuniones en La Moneda, campañas vía Twitter. Se trataba de un autogolazo estruendoso. Pelear con Natalia Ducó, Isidora Jiménez, Caterine Bravo o Francisco Crovetto, todas deportistas populares, símbolos del esfuerzo y sacrificio del competidor amateur, sólo podía dañar la imagen presidencial. Y como las encuestas reinan, había que neutralizar el incendio.

Se hizo. Finalmente la ministra del deporte, Natalia Riffo, y el ministro secretario general de gobierno, Álvaro Elizalde, se comprometieron a entregar 3.000.000.000 de pesos de manera permanente a los deportistas de alto rendimiento y así financiar la preparación con vistas a los Juegos Panamericanos de Toronto 2015 y los Olímpicos de Río 2016.

¿Fin de la historia? Sí, en apariencia. Los deportistas obtuvieron su dinero y el gobierno apagó el incendio. Pero, aquí está lo medular, la falta de política deportiva se mantiene. Lo que es peor, el subsidio al Mundial Sub 17 seguirá tal cual. Eso no fue cuestionado. Lo mismo que la realización del Dakar 2015. Entre ambos eventos, el estado chileno más de 10 millones de dólares.

¿Se ha reflexionado sobre la conveniencia de hacerlos? ¿O sólo cuenta el aplausómetro, el miedo a tomar una decisión política que, aunque sea dolorosa, es, a la larga lo mejor para el país? El Dakar, está visto, genera gran cantidad de contaminación, gastos para el fisco y escasos márgenes de ganancia. La productora que lo hace no recibe un euro de parte del estado francés. Y acá lo subvencionamos. Vienen con su circo multicolor, sus malabaristas, sus cuentos de grandeza, su fantasías de “pertenecer al primer mundo” tuerca. Muy lindo, siempre que el estado chileno pague todo el banquete. Ellos, cómo no, se quedan con los derechos televisión y todos los ingresos (que no son pocos). Ah, y la destrucción arqueológica, patrimonial y del medio ambiente queda por el dueño de casa también. Busque usted la alfombra donde dejar todo eso.

Lo mismo la FIFA. Cobran por cualquier cosa que sea redonda y parezca pelota, pero no tributan en ninguna parte, se quedan con todas las ganancias y se desligan groseramente de los escándalos de corrupción que se suman cada semana. Les tienes que construir estadios, garantizar la seguridad, arreglar las carreteras, los accesos y ahora, no faltaba más, hay que comprarle las entradas. No vaya a ser que Blatter se ponga triste al ver las tribunas del Fiscal de Talca vacías mientras escolares de Jordania y Guatemala corren tras el balón un martes a las tres de la tarde.

Política deportiva ¿Existe? Está claro que no. Todo funciona en torno a impulsos o espasmos si se quiere ¿Para qué financiar un luchador que va a competir a Turquía? ¿Para qué comprar jabalinas para un club atlético de Osorno? ¿Para qué auspiciar una selección de balonmano en gira previa al Mundial? No sirve, no tiene repercusión en los medios, no suma popularidad, no apuntala los mecanismos del poder.

Como tampoco lo hacen las escuelas de música, el cuidado del patrimonio arquitectónico o las becas para los físicos ¿Cuántos votos genera una pucará restaurado, o un niño violinista de Paillaco o el estudio de las mareas en las Gauitecas? ¿Sale en la próxima encuesta? ¿Se mide? En el catastrófico debate político actual, vale mucho más un zapato volando que cualquier plan a largo plazo ¿Pensar en los próximo diez años? Imposible, a lo más se piensa en los próximos diez días, o cuando salga la próxima encuesta.

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GRAF/CS

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