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“Lo más importante para Guardiola es la ubicación de sus jugadores. Jamás deben perder la posición”. (AFP).
Por Manuel de Tezanos Pinto
“Yo odio el Tiquitaca. Lo odio. El Tiquitaca es pasar el balón por pasar sin ninguna intención. Y no sirve de nada. No crean lo que dicen. El Barça no tenía nada de Tiquitaca ¡Eso es un invento!”
Pep Guardiola dijo eso. Sí. Pep. Fue a los jugadores del Bayern Münich, en medio de la temporada pasada, cuando el rendimiento del equipo a ratos exasperaba al entrenador por la excesiva tendencia a lateralizar el juego tratando de imitar, sin éxito, el juego de Messi, Xavi, Iniesta y compañía. Le costó meses a Guardiola hacer entender a su plantel que él no quería otro Barcelona. Lo que buscaba era armar un súper equipo, pero distinto. Basado en las virtudes distintivas del fútbol alemán: Fuerza, despliegue y mentalidad.
Menos de un año ha pasado desde aquella charla y la evolución del Bayern es notable. Porque más allá del aplastante 7-1 con que goleó a la Roma en Italia (el marcador a veces puede ser un accidente), la superioridad en todos los aspectos del juego fue tal, que hizo ver a uno de los mejores de Italia como un equipo de oficinistas cuarentones.
El proceso de aprendizaje que ha vivido un equipo que venía de ganarlo todo, que supo reinventarse en el éxito y hoy parece no tener techo, está brillantemente descrito en el libro “Herr Pep”, del periodista Martí Peranau. Además de revelar con detalle cada aspecto de entrenamientos y partidos que permiten comprender qué busca Guardiola en el Bayern Münich, entrega una versión del entrenador que sorprenderá a aquellos que lo consideran “lírico”.
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En primer lugar, lo más importante para Guardiola es la ubicación de sus jugadores. Jamás deben perder la posición (defiende en zona, incluso en las pelotas paradas en contra). El pressing es organizado y voraz. Ver al Bayern sin el balón es como ver un documental de bestias cazando. No se detienen hasta conseguir la pelota nuevamente.
Estudia mínimo por dos días al próximo rival y varía esquema y titulares según las características del contrario. Como sabe que su equipo va a controlar el juego, se dedica obsesivamente a buscar métodos para frenar el contragolpe. Para él la defensa es lo más importante, porque sabe que arriba tiene hombres que pueden desequilibrar, como Robben, que gana partidos solo.
Esto no significa que no piense en fórmulas ofensivas: No se le va ningún detalle. Sabiendo la fortaleza del fútbol alemán en el juego aéreo, cambió radicalmente el estilo ofensivo que exhibía su Barça e intenta resolver desde las bandas los ataques. En el centro esperan Lewandowski y Müller, mientras el resto se ubica para agarrar la segunda jugada, el rebote.
Todo fríamente coordinado. Como si fuera una coreografía de baile. No siempre va a ser tan contundente, quizás perderá algún partido, pero la demostración de poder del Bayern Münich ante la Roma es una señal fuerte. Los alemanes, de la mano de Pep, quieren dominar el fútbol mundial.
A propósito de esto, una reflexión final: Las dos últimas selecciones campeonas del mundo, España y Alemania, se basaron en los jugadores y esquemas (con innovaciones tácticas incluidas) de los equipos del momento de Pep Guardiola. No puede ser coincidencia.
GRAF/PS