Me sorprendió escuchar a la candidata de la Alianza, Evelyn Matthei, definir el dramático episodio de la intervención telefónica al entonces Senador Piñera como un “condoro”. Y no sólo por la forma en que lo expresa, sino por la manera en que procura bajarle el perfil a uno de los hechos más complejos de la historia de la transición chilena.
Un “condoro” es una torpeza grave y vergonzosa, como lo define el diccionario de la RAE, pero el mentado Piñera-Gate se queda pequeño en una afirmación como aquella. Es más bien un hecho que hoy es definido como delito según el artículo 161-A del Código Penal y que castiga con pena de cárcel y multa en dinero a quién “sin autorización del afectado y por cualquier medio, capte, intercepte, grabe o reproduzca conversaciones o comunicaciones de carácter privado”. Este castigo surgió producto de este acontecimiento y que, por lo mismo, no afectó en esa época a la entonces diputada Matthei. Ahora la gravedad no es sólo por el hecho de la intercepción telefónica en sí, sino por todo lo que envolvió aquella escucha. Significó planificación, premeditación, mentira (ya que fue negado innumerables veces por Evelyn Matthei), engaño y traición, entre otros calificativos que podrían definir aquella actuación.
El hecho concluyó con el despido del oficial de Ejercito Fernando Díez quién hizo la grabación telefónica y la suspensión por 10 años de la militancia a RN de Evelyn Matthei, la cual no fue necesaria cumplir ya que ante la sanción la diputada se cambió de partido a la UDI.
Me parece importante también destacar que esta actuación de la presidenciable de la Alianza no fue un hecho aislado y no me refiero a sus salidas de protocolo –que sí pueden llamarse condoro- sino al siguiente escándalo vivido por la clase política, liderado por el ex Ministro de Pinochet, Francisco Javier Cuadra, el asesor de inteligencia, el PS Lenin Guardia y respaldado por Evelyn Matthei, como fue el caso drogas en el Congreso Nacional y que terminó manchando el nombre de entre otros parlamentarios, del entonces candidato al Senado por Santiago Oriente Andrés Allamand, quién perdió dicha elección -en parte- por este escándalo, del cual nunca se logró demostrar consumo alguno por parte del ex presidenciable de RN pero que significó su mentada “Travesía por el Desierto” o auto destierro a Georgetown.
No por nada la relación entre Matthei y Allamand es distante, y, por lo mismo, era previsible que el abanderado de RN no estuviese disponible para un enfrentamiento entre ambos.
Ello a su vez confirma lo difícil que fue para el Consejo de RN apoyar a una candidata que fue de sus filas “no hay peor espina que la del propio árbol” y que a la mirada de los militantes, traicionó a su principal líder. Es por ello que, aunque el candidato de la UDI al senado por Santiago Poniente, Pablo Zalaquet, critique la forma en que Allamand llamó a apoyar por Matthei “más allá de lo que les diga su mente y su corazón”, al poner esta frase en perspectiva lo hecho por el candidato al senado por Santiago Poniente, pero de Renovación Nacional, Andrés Allamand, es un acto noble de quién ha vivido en carne propia los embates de la política nacional.
Es cierto que uno debe mirar para delante, pero sin desconocer lo actuado hacia atrás y aunque todos hemos cometidos errores, no todos aspiramos a ser presidentes de la república.
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