La Ciencia Ficción permite crear un espejo en donde reflejamos las características del ser humano, exagerando sus virtudes y miserias. Es una forma de arte que nos retrata, a veces con realismo y otras con esperanza, aceptando lo que somos y revelando como deseamos ser: superhéroes (modelos de virtud) o villanos (ejemplos de nuestras miserias).
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Uno de mis superhéroes favoritos es Ironman. Lo que me atrae de él es que, como todo personaje de su especie, tiene defectos, vicios y contradicciones. Es ególatra, egoísta, renuente a trabajar en equipo, irrespetuoso y, en cierta parte de su vida, alcohólico. Ese es su principal atractivo: la proyección de un permanente conflicto entre virtud y vicio, que el verdadero superhéroe no niega ni oculta. Lo asume. Ahí está lo esperanzador de este tipo de historias: los superhéroes nos recuerdan que somos tan capaces de hacer maravillas como de cometer atrocidades.
¿Qué tiene que ver todo esto con la política? Si incluso en modelos de conducta como los superhéroes hay espacio para defectos, resulta muy sospechoso ver en seres humanos reales – de carne y hueso – la imagen de la perfección absoluta. Motiva, o debe generar, desconfianza toda aspiración de ser dueños de la verdad. Lo mismo ha de producir el empeño por hacer ver cualquier idea del que piensa distinto como una oscura conspiración. Especialmente cuando esos que se jura defender, son tan distintos a los pretendidos héroes.
Ejemplos de lo anterior hay muchos, pero – tal vez – los más evidentes son esas campañas del terror, con que algunos políticos (héroes de papel, que son tan villanos como cualquiera de nosotros) buscan infundir temor o anunciar que se aproximará el apocalipsis si se concretan los proyectos de sus adversarios. Basta recordar ese pasquín que hace unos días criticó la reforma tributaria asociándola a un plan malévolo, a ese pastor evangélico que vinculó los terremotos con la aprobación del acuerdo de vida en pareja, o a los que antes del fin del gobierno anterior sostenían que la economía decaería a consecuencia de las perspectivas de victoria de la actual presidenta.
¿Qué tiene que ver todo esto con la política? Las historias de superhéroes suelen tener una moraleja. Y la más repetida de todas es que sólo los villanos intentan aparecer como seres perfectos y ejemplos de virtud. A buen entendedor, pocas palabras.