En Chile, nadie sobra. Cada opinión sirve. Al momento de elegir nuestros representantes, tanto más. Ahí, no es el poder, la fama, el dinero lo que cuenta sino simplemente el hecho de ser personas iguales en derechos y deberes.
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En la intimidad y sigilo de la urna se subraya este carácter igualitario de todos los hombres. Nada resulta más propio y digno de la naturaleza humana que el poder elegir libremente a quienes nos gobiernen. En plena libertad y conciencia, en el más absoluto de los secretos, cada chilena y chileno podrá expresar con una rayita sobre la papeleta quién y quiénes serán los que gobiernen el país por los próximos años.
Vaya a votar el domingo 17. Preste ese pequeño pero significativo servicio y deber cívico y, de paso, a sus seres queridos y a usted mismo. Entre todos construimos sociedad. Como un edificio se levanta con miles de ladrillos, así también la democracia la componen los millones de chilenos que habitamos en esta copia feliz del Edén. Le hace también un favor a sus seres queridos, a través del buen ejemplo e interés mostrado por lo que atañen a todos, por la patria, a la que le debemos hogar, paz y libertad. Y se hace un favor a sí mismo. Hay mucho de gratificante en unas elecciones. Salimos de nosotros mismos para ir al encuentro del otro; creamos vínculos con el resto, nos inmiscuimos en los intereses nacionales, aunque sea en una pequeña medida.
Lamento que el voto no sea obligatorio. Sería un acicate para salir de la modorra, de la apatía, y levantarse a sufragar. Aunque creo que nos llevaremos una grata sorpresa y votarán más de lo que se estima.
Entre las materias discutidas hay dos a las que habrá que prestar atención. Democracia es construir una cultura de la vida, de respeto a ella desde su concepción hasta su ocaso natural. Es de esperar que nos alineemos en esa convicción, de defensa de la vida, sin condiciones ni letra chica. Ello es consecuente con la idea de la libertad de las personas, de respeto a su dignidad, desde su concepción hasta su vejez. Nadie tiene derecho a determinar quién vive y quién no.
La democracia es defensa de la integridad de la familia, del matrimonio en su sentido primario y único, entre un hombre y una mujer. Se la fortalece si se asegura su base natural.
Hemos vivido semanas de gran agitación electoral, variados rostros y propuestas. De cada candidatura se puede aprender algo y sacar lecciones para un futuro mejor. Vivamos una jornada electoral ejemplar, una lección de cultura cívica, respeto y tolerancia. Primer paso para construir el Chile que soñamos.