Hace unos días un amigo en Facebook puso algo brillante, que me quedó dando vueltas, a propósito de la llegada de la Nueva Mayoría al poder.
Todo tiene referencia a esa sensación de superioridad moral a la que apelan permanentemente para que no se haga crítica y procedo a compartirlo, como un registro de lo que viene.
Es una excelente frase que dice: “Aprovechen de pelar ahora a esta gente, porque después van a venir en la clásica volá de que somos traidores, cuando la señora llegue en marzo”.
Ese es el gran problema que tiene esta gente. La Concertación (sin marketing) siempre mira feo a la crítica, en vez de ser un elemento para construir y cuestionarse.
Lo de Brunner y amigos cuando comenzaron las críticas a Claudia Peirano fue realmente de culto.
En general, siempre me ha sorprendido eso del grupo: la capacidad de intentar abandonar la razón para proceder al acomodo. Un caso notable es el asunto educativo.
Algo es insultante, en primer lugar, que se mueve más en puestos como subsecretarías para dejar contento al caudillo de partido que a la rigurosidad que corresponde. Ya parece a esta hora, sin comenzar, que todo viene a “la maleta”. Que parece que no importamos. Que es una repartija. Y eso es un insulto.
El caso de Peirano recuerda por supuesto a todos los casos de conflictos de interés que pasaron en la administración anterior: Andrés Iacobelli y vivienda, Joaquín Lavín y las ganancias en las sociedades relacionadas a las universidades, Ena von Baer y el asunto semillas, Golborne qué decir, Ossa y Luis Mayol.
Uno espera que cuando cambien las manos, cambien las malas costumbres. Que no haya rigurosidad en la selección de los cargos, es grosero.
Y para sumar más, el caso del subsecretario de Bienes Nacionales, Miguel Moreno, quien le tocó el traste a una chica en el Metro.
Michelle Bachelet viene de ONU Mujeres y mantener a Moreno en ese puesto sería una muy mala señal. Es poco serio. La misma persona que había pedido mano dura contra los manilargas no puede permitir que llegue a ese puesto así como así.
Lo que debería suceder, es que entre tanto espectáculo de nombramiento, se den cuenta de una vez que todas sus comportamientos y contradicciones son analizadas por una real nueva mayoría que está presente en los movimientos sociales, en la calle, en el ciudadano que toma decisiones más informado. Que las cosas no pasan así como así, que ya no se puede ignorar y trabajar sólo para la masa de partidos.
Si esto es un trailer de lo que viene, la mano viene mal. Y lo peor que nos puede pasar como país es la decepción de todos los políticos. Eso es caldo de cultivo, y del más peligroso.
Por eso la Nueva Mayoría tiene una responsabilidad gigante y para ello debe sacarse de encima las contradicciones y los errores políticos.
Eso es lo bueno de la renovación en sí, la que no es cosmética, la que trae la bancada estudiantil. Si ellos mantienen su independencia frente a esta sucesión de elementos, ganarán la credibilidad perdida entre tanta gente que ya no cree en la política vieja y decepcionante de los acuerdos a espaldas de todos.
Acá está la transparencia por sobre todas las cosas.
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