Jauría es un libro de relatos cruzados por una idea, la de la jauría, precisamente. Cuando pienso en perros, pienso en una hermosa perrita que fue mi compañera por más de diez años. Esto contrasta con ciertos lugares comunes referidos a los perros, especialmente con la perra vida. Los cuentos de Franco Scianca tienen mucho de la vida de perros en términos de sufrimiento y de frustración. Cuando esa es la premisa en los relatos, es difícil encontrar salvación; más bien, los personajes parecen estar convencidos de que no hay posibilidad de redención o, por último, de arrepentirse y comenzar de nuevo. Muchos parecen seres muy solitarios, como perros vagabundos esperando que alguien les dé un plato de comida o los recoja y se los lleve a casa. Están perdidos y necesitan ser encontrados (o encontrarse). Los personajes masculinos son los que aparecen retratados con más profundidad, en términos generales, y no encontramos –para seguir con las analogías perrunas- líderes de la manada, sino los que son apartados o abandonados. En cuanto a las mujeres, aunque noto un esfuerzo por tratar de salir del estereotipo, son personajes más bien convencionales, que quieren casarse con gran despliegue e irse de luna de miel a una playa de arenas blancas.
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Jauría es un texto fácil de leer, está bien escrito, es ágil y el autor intercala cuentos más complejos y largos con otros breves y más directos. Tiene especialmente tres fortalezas. La primera es lograr trasmitir una sensación de oralidad en el lenguaje, especialmente en los relatos en primera persona, en que pareciera que alguien está contándonos a viva voz lo que acontece. Esto ayuda en la creación del ambiente, pero también en generar un vínculo con la lectora o lector. En segundo lugar, estamos frente a un hombre que ama los perros, se nota; porque a pesar de las fallas de sus personajes –el que tomen mucho, guarden secretos o se desvivan de rabia–, no son juzgados; por el contrario, hay un signo compasivo en la narración y en la forma en que se presentan los personajes. Por último, y este es el gran acierto de este texto, está el tratamiento de los personajes perros. Hay varios, que se nos presentan con nombres, con el punto de vista de la narración fijado en ellos, de tal manera que, al comienzo, pareciera que se trata de humanos. Luego descubrimos que está hablando no metafóricamente, sino que se trata de animales de cuatro patas, también tratando de sobrevivir. El que se aproxime a ellos sin hacer diferencia, sin disminuirlos como protagonistas de una historia, hace que los mejores relatos sean, de hecho, los que están centrados en los verdaderos perros. Como ejemplo, el siguiente comienzo de cuento: “Por eso Ramón sospecha que lo están buscando. Siempre lo hacen cuando no hay luna” (69). Será el relato el que vaya conduciéndonos a descubrir que se trata de un animal y no una etiqueta descriptiva la que haga el trabajo fácil. Como dije antes, se nota el amor a los perros y es un agrado que Scianca los aborde tal cual como lo haría con una persona. Finalmente, perros, mujeres y hombres somos todos miembros de una misma jauría.
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Scianca, Franco. Jauría. Santiago: Mago Editores, 2014.
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