Columna de Beatriz Sánchez: Tengo miedo

El miedo paraliza. El miedo nos puede hacer cambiar conductas. El miedo inmoviliza. El miedo obliga. El miedo nos calla. El miedo nos encierra.
Las encuestas lo muestran. Lo sabemos porque es una conversación repetida que se toma la agenda cada tanto tiempo. Se usa políticamente desde siempre. Se usa porque nos obliga a quedarnos “adentro” y a sospechar del espacio público, del espacio comunitario, del espacio que es de todos.
Hasta hace tres meses, discutíamos sobre reformas. A favor o en contra. Conceptos como desigualdad, justicia social, cambio de paradigma, otro modelo eran parte de la agenda.
Pero algo pasó. Los conceptos cambiaron. Los titulares de los medios de comunicación viraron. La agenda es otra.
Hoy hablamos de crisis económica y de delincuencia desatada. Hoy hablamos de miedo.
Los alcaldes piden más carabineros, los robos y hurtos suben, hay nuevas modalidades de robos -ya ni a comer a un restorán se puede ir tranquilo-, vuelven las fotos de los comerciantes y personas que viven “encerrados” entre rejas en sus propias casas o negocios. Así veo al mirar la prensa de los últimos tres días.
La reforma laboral, que si revisamos bien garantiza mínimos derechos de negociación colectiva, es peligrosa. Leo que “en estos tiempos” provocará desempleo, que hoy se necesita otra cosa, que hay que poner la atención en reactivar al país.
Crisis económica y delincuencia. Miedo.
Me parece un libreto perfecto. Me parece un libreto además, repetido. Me parece un libreto que he visto tantas veces antes. Pero es un libreto efectivo.
Y no cuestiono a las personas. Todos tenemos temor a ser víctimas de un delito violento. Que nos amenacen con un arma a nosotros o a algunos de nuestros hijos, debe ser pavoroso. Vivir todos los días escuchando balaceras y con temor a los vecinos, sin confiar en que la policía llegue nos puede hacer vivir en la incertidumbre permanente. En la inseguridad.
La delincuencia, por lo que representa y provoca, es utilizada políticamente. Se ha usado en campañas “fin a la puerta giratoria”, en gobiernos “ley corta antidelincuencia” (¿le parece conocido?), desde la oposición “los problemas reales de la gente”.  Se transforma así en un “as” bajo la manga, en un punto de quiebre, en un fetiche de los medios de comunicación.
Y no es que la delincuencia no exista. Sí existe. Está presente diariamente en nuestra vida. Pero ponerle “atajo” es mucho más complejo, es mucho más profundo e involucra a toda la sociedad. O sea, no basta con más carabineros, no basta con agenda corta, no basta con más presos, no basta con “tranca” a la puerta giratoria.
El discurso público de autoridades y medios de comunicación se queda en un aspecto, en el miedo. No hay contexto. No habla de lo que implican las soluciones a largo plazo.  Se queda sólo en lo inmediato. Por eso hablo de un libreto conocido, por eso hablo de una utilización política.
Me pregunto si ese miedo nos hará exigir menos a las autoridades. Me pregunto si ese miedo nos encerrará en las casas, más que salir a las calles. Me pregunto si ese miedo nos hará modificar nuestro propio discurso y moderarlo.
Yo sí tengo miedo.
Tengo miedo al país que estamos construyendo.
Tengo miedo a una sociedad que no puede proyectarse con sueldos que no superan los 500 mil pesos.
Tengo miedo al futuro de un país que no investiga ni desarrolla tecnología.
Tengo miedo a la cantidad de jóvenes brillantes que se pierden por una mala educación.
Tengo miedo a jubilar, porque la pensión no alcanza.
Tengo miedo a que se enferme uno de mis hijos y dos buenos sueldos no alcancen a pagar los medicamentos.
Tengo miedo a esperar más, para recibir lo mismo.

Las opiniones aquí expresadas no son responsabilidad de Publimetro

 

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