El Premio Aporte Urbano lanzado el 17 de agosto por la ministra de Vivienda y Urbanismo, Paulina Saball, en conjunto con la Cámara Chilena de la Construcción y la Asociación de Oficinas de Arquitectos, constituye un incentivo para las buenas prácticas urbanas y, a la vez, un llamado a toda la industria inmobiliaria a ponerse a la altura de los nuevos estándares urbanos que la sociedad chilena exige.
Más allá de las exigencias normativas que todo proyecto debe respetar, es un deber ético, profesional e institucional promover y generar proyectos que signifiquen un aporte para la buena convivencia y para la calidad del espacio público y residencial en las ciudades.
Hemos sido testigos de la generación de notables desarrollos inmobiliarios que han significado un gran aporte al espacio urbano por su buen diseño y calidad, pero también, hemos visto la proliferación de otros, que si bien se enmarcan en la norma urbana, no se hacen cargo de la identidad y calidad de vida de los barrios y sectores de la ciudad donde se emplazan.
Como ejemplo de ello, hoy presenciamos la construcción de edificios de más de 30 pisos, con 500 o más departamentos y un número insuficiente de estacionamientos, en calles angostas concebidas para residencias de baja altura. Ello genera el pronto colapso de la red vial local.
La ley de Aportes al Espacio Público, actualmente en discusión parlamentaria, busca incentivar la corrección o mitigación de estas malas prácticas, que el intendente Claudio Orrego ha denominado “elusión urbana”, a consecuencia de la falta de visión de algunos desarrolladores inmobiliarios.
Así, todos tenemos el deber de aportar a la construcción de una ciudad más humanizada, los desarrolladores inmobiliarios con buenos proyectos, los municipios con planes reguladores adecuados y nosotros como Ministerio de Vivienda y Urbanismo, con normas urbanísticas modernas, que tengan como centro la calidad de vida de todos los ciudadanos.
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