Mi papá se llamaba Jorge. La última vez que conversamos por más de cinco minutos fue del “Chino” Ríos. Me dijo que el “Chino” Ríos nunca a iba a ser número uno del mundo.
Mi papá se equivocaba mucho, pero era muy trabajador. Trabajaba de lunes a domingo. Decía que trabajaba harto para descansar cuando cumpliera 60 años. Tu papá es buen papá y es trabajador, nos decía mi mamá.
Yo no soy papá, pero si soy trabajador, aunque no trabajo de lunes a domingo.
Mi papá quería mucho a mi mamá, mi mamá también lo quería mucho, todos sabían que era dificil soportar a mi mamá, hasta ella lo sabía.
Una vez le pillé a mi papá una foto en su billetera, era la foto de otra mujer, imagino que era su polola. Al reverso de la foto decía “Oriana”. No le dije nada, mi papá era infiel, su polola no era tan bonita, hasta mi mamá era mejor.
A mi papá algunas veces mi mamá lo pillaba, pero siempre lo perdonaba. Yo también soy infiel. Mi abuelo por parte de padre también lo era. No sé mi bisabuelo, era de Chillán, y militó en el partido Nacionalsocialista. No hay genes arios en mi familia.
A la mujer de la foto, Oriana, la encontré hace unos años en el Metro, se me acercó y me dijo que había sido muy amiga de Jorge, te pareces a él, pero tú eres más alto, y tienes los ojos más verdes.
Yo soy bajo y tengo los ojos café. Era una señora mayor, pero mirándola bien, se notaba que de joven no tiene que haber sido fea, la foto que se le escapó a mi papá de su billetera no le hacía justicia.
Cuando le conté a mi papá del encuentro con Oriana, se quedó callado, me miró, luego miró a mi mamá y luego hizo un gesto con la boca, una especie de sonrisa de medio lado, de entre avergonzado y orgulloso. Esa mueca se la había visto otras veces en su cara, es una mueca que yo, lamentablemente, también hago, es un gesto feo, ratonil. Mi papá tenía aspecto de roedor, mi mamá no sé, su personalidad es tan fuerte que su cara pasa a segundo plano.
La última vez que conversé por más de cinco minutos con mi papá fue hace 17 años, el “Chino” Ríos se convirtió en el número uno del mundo en 1998, ese año yo me vine a vivir a Santiago.
Mi papá murió a los 70 años, el domingo pasado, la muerte lo pilló trabajando. Yo fui al funeral, pero me tuve que volver a Santiago al día siguiente. Mi mamá está tranquila, me dice que con mis tatuajes me parezco un poco al “Chino” Ríos.
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