Columna de Joel Poblete: No todo es Hollywood

Los cinéfilos más inquietos y acuciosos siempre se quejan de que la cartelera chilena está habitualmente invadida de manera casi absoluta por los grandes estrenos de Hollywood, y hay poco espacio para las producciones de otras latitudes, incluyendo los largometrajes locales.

Pero a veces hay ocasiones en que la oferta alternativa da la pelea, y esta semana se da esa conjunción, con tres nuevas películas chilenas y tres títulos europeos, como alternativa al gran estreno estadounidense de turno: “Los Juegos del Hambre: Sinsajo – El final”, cuarta entrega de esta exitosa franquicia juvenil que al fin ofrece un desenlace.

Sobre este filme, nuevamente dirigido por Francis Lawrence (quien estuvo al frente a partir del segundo episodio), hay que decir que no es notable, pero de todos modos es un cierre digno para esta serie de películas, sobre todo luego de la decepcionante entrega anterior.

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La analogía política y social es menos elaborada que en el inicio de la saga, pero a la vez la historia es cada vez más oscura y desencantada, lo que le da algo más de emoción y desolación al filme, que debería dejar más que conformes a sus admiradores.

Pero para quienes no están interesados en este tipo de productos, hay variadas alternativas: de partida, en cine chileno, donde por ejemplo “No soy Lorena” parte de una buena idea, atractiva y que genera interés e identificación en el espectador, si bien pierde fuerza y su rumbo y el ritmo se diluyen por el camino, volviéndose algo reiterativa; aunque tal vez el guión pudo tener más desarrollo, de todos modos esta ópera prima de la realizadora Isidora Marras tiene méritos y destaca por algunas buenas actuaciones en el elenco encabezado por una efectiva Loreto Aravena.

A su vez, “El nombre”, segundo largometraje de Cristóbal Valderrama (“Malta con huevo”), llama la atención especialmente por su apuesta visual y narrativa atípica en nuestra cinematografía: la historia protagonizada por Nicolás Saavedra prescinde de los recursos habituales y está contada a través de 2.000 fotografías fijas, que son acompañadas por diálogos, sonidos y la banda sonora.

Y si el espectador quiere decantarse por el cine del Viejo Continente, hay para todos los gustos.

Por ejemplo, la danesa Susanne Bier, ganadora del Oscar por “En un mundo mejor”, regresa a la cartelera de nuestro país con “Una segunda oportunidad”, un drama intenso y doloroso que logra mantener la atención y el interés del público y cuenta con algunas buenas actuaciones, aunque sus personajes, situaciones y ciertos golpes bajos hagan que el argumento casi empiece a parecer una telenovela.

Pero quienes busquen un panorama fílmico aún más exigente, arriesgado y provocador, deberían darle una oportunidad a la ucraniana “The Tribe”, que desde su estreno el año pasado en la Semana de la Crítica del Festival de Cannes ha sido uno de los títulos europeos más comentados y polémicos del último tiempo, y ahora se estará exhibiendo exclusivamente en Centro Arte Alameda.

Ya la propuesta formal de este debut en el largometraje del director Miroslav Slaboshpitsky es, por decir lo menos, llamativa: la historia de un joven sordomudo que ingresa a una especie de internado donde termina siendo parte de un grupo de estudiantes que cometen diversas fechorías, está contada sin subtítulos ni diálogos explicativos, pues sus personajes se relacionan exclusivamente a través del lenguaje de señas, con una banda sonora que sólo recurre a los sonidos.

Cruda y salvaje, seca, naturalista y desinhibida en momentos como las escenas de sexo, no es para todos los gustos y puede agotar a más de un espectador, pero de todos modos es sorprendente y diferente, y se luce particularmente por sus movimientos y desplazamientos de cámara, así como por el uso expresivo del sonido y el propio silencio.

Las opiniones expresadas aquí no son responsabilidad de Publimetro

 

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