Los desórdenes que se generaron en el contexto de las manifestaciones de octubre y la emergencia sanitaria han golpeado, en mayor o menor medida, a todas las organizaciones. Los efectos se traducen en incertidumbre e inestabilidad laboral, en que el fantasma de la cesantía se hace más latente para muchos trabajadores.
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Y es que los hechos acontecidos en nuestro país en los últimos cinco meses han generado un gran impacto económico en muchos sectores que ven disminuida su rentabilidad o se ven obligados a cerrar sus puertas. Si recordamos lo que ocurrió en las manifestaciones que comenzaron el 18 de octubre pasado, el cierre anticipado del comercio impactó a muchos trabajadores que vieron mermado su ingreso, principalmente por depender de un componente variable sujeto a la comisión de ventas.
La situación actual, producto de las cuarentenas, parciales o totales, implementadas en algunas comunas, y por los cordones sanitarios dispuestos por la autoridad, complejiza aún más el escenario para un amplio sector productivo del país. Debemos agregar que la pandemia generará efectos recesivos en todo el mundo lo que, sin duda, influirá de manera contundente en la economía interna de nuestro país.
¿Qué desafíos nos dejan estas crisis?
Ya las movilizaciones sociales del año pasado obligaron a muchas organizaciones a utilizar herramientas tecnológicas cuando la presencialidad era limitada para desarrollar actividades de manera “normal”. De este modo, el aumento del comercio electrónico, la mayor cantidad de transacciones electrónicas, virtualización de las clases entregadas por entidades de educación, son algunos ejemplos de la nueva realidad que comenzamos a vivir. Las organizaciones que estuvieron dispuestas a realizar ese cambio pudieron aminorar el impacto negativo de la menor actividad de dichos meses y, a la vez, ahora pueden enfrentar de mejor manera la crisis sanitaria.
Este aprendizaje hizo que, por ejemplo, muchas organizaciones adoptaran el “teletrabajo” como nuevo formato laboral, modalidad que requiere organización y compromiso por parte de todos los directivos y colaboradores. Un esfuerzo que vale la pena, pues permite que se sigan desarrollando las actividades que aseguran la subsistencia financiera de la empresa y la compensación de los trabajadores.
Desde el punto de vista individual, como trabajadores y profesionales, también nos enfrentamos al desafío de prepararnos para abordar mejor las contingencias. ¿Cómo nos diferenciamos del resto de profesionales? ¿Estoy capacitado para adaptarme a este nuevo formato de trabajo? Sin duda una especialización, independiente de la profesión o expertise que tenga de base, siempre ayudará en el proceso de diferenciación.
Karin Bravo Fray, directora de Postgrados y Desarrollo Profesional sede Concepción.