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Revisa el backstage de Ignacia Allamand para Nueva Mujer

La actriz posó para el lente de Nueva Mujer en una nueva sesión de fotos para la revista.

Actriz, eterna turista, aspirante a escritora y amante de la pizza. Chilena de nacimiento, vivo en Ciudad de México desde octubre del 2017, así que también soy inmigrante. Esta autoentrevista fue idea de mi editora y no pude negarme. O no supe. Y esto me da muchísimo pudor.

¿Qué te da tanto pudor?

Todo. Todo me da vergüenza. Que se exponga mi intimidad, mostrarme vulnerable o cantar en público y cualquier cosa que involucre coordinación, porque siempre voy para el otro lado. Cuando chica, mi mamá mostraba mis portadas de revista a las visitas y para mí era un martirio. Me da plancha que me saquen fotos. Me he vuelto pudorosa frente a la mirada del otro, aunque cuando era chica me encantaba ser el centro de mesa.

¿Cómo eras cuando niña?

Desordenada. Tenía una necesidad gigante de expresarme y vivía inventando tonteras y pintándome el pelo con plumón. Tuve la suerte de nacer en una familia donde ser creativo era un valor, entonces mis papás nos motivaban a aprender cosas nuevas. Igual debo haber sido insoportable, porque no me callaba nunca y me gustaba salirme con la mía. Era muy libre en todo sentido.

¿Y actuar también te da pudor?

Curiosamente, me pasa todo lo contrario. Es como que al actuar tuviera permiso para ser todo lo torpe, ridícula y absurda que no me permito ser en la vida. Tampoco en la radio soy tan vergonzosa, de hecho, cuando estuve en La comunidad sin anillo, en radio Concierto, conté intimidades que jamás pensé que podría decir en público. Es muy lindo eso de la radio. Al final, tus auditores son como tus amigos y se genera confianza. Es algo que echo de menos todos los días.

¿Qué extrañas?

A las personas. A mis amigas y amigos y a mi familia. Aunque hoy es fácil hablar, igual te pierdes momentos importantes de la vida de los otros y a veces eso me de pena. No estar para acompañar a esos amigos que se casan y verles la cara cuando dicen que sí, o perderme la sonrisa de mi sobrina el día de su fiesta de fin de año en el colegio. Y cosas chicas, como el arroz blanco made in Chile. No sé por qué es mejor que cualquiera.

¿Por qué te fuiste de Chile?

Me cuesta responder esta pregunta, porque siento que nunca me doy a entender. Como si me hubiera ido porque algo estaba mal y no fue así para nada. Quería cambiar, quería moverme y buscar otras cosas. Además, quería actuar, crecer como actriz, y esa posibilidad se me estaba dando más en Ciudad de México que en Santiago. Y aunque al principio intenté estar en las dos partes, porque me rehusaba a dejar la radio, me estaba desgastando demasiado y haciendo todo a medias.

¿Qué ha sido lo más difícil de vivir en Ciudad de México?

No contar con mi entorno más cercano. Soy súper regalona de mi gente y me cuesta no poder verlos cada vez que quiero. También, empezar una carrera desde cero, en un lugar donde no has hecho prácticamente nada y la competencia es feroz. He tenido que aprender a lidiar con la frustración de ir a castings para proyectos que serían el sueño de cualquier actriz y no quedar. Sin embargo, no dejarme abatir por eso. Al revés. Que sea motivación para trabajar más todavía. La industria acá es súper distinta a Chile y aprender eso también ha sido un tremendo desafío. 

¿Y lo mejor?

México es un país fascinante, lleno de contrastes y con una herencia prehispánica alucinante. Estar acá y aprender de sus tradiciones ha sido un tremendo regalo. También he podido desarrollar aspectos que me interesan, como escribir, o dedicarle tiempo a la meditación, o hasta pasear por el parque con la Cumbia (mi perra). Creo que lo que más he ganado es tiempo para mí. Laboralmente, ha sido increíble, estoy muy agradecida. Y, por supuesto, también las personas maravillosas que he conocido.

¿Te gustaría volver a trabajar en Chile?

¡Me encantaría! Ahora hace poco surgió una posibilidad y fue evidente que tengo muchas ganas de seguir haciendo cosas allá, porque me saltó el corazón. Creo que todo se está dando para que resulte. Siempre voy a tener un pie puesto en Chile, y me atrae mucho la idea de pasar una temporada allá. Cruzo los dedos.

¿Qué se viene este 2019?

Estoy feliz porque partió bien el año. Ahora estoy grabando la película Naipes en Ciudad de México y en febrero parto con una serie. En marzo también estrenamos En las buenas y en las malas, otra película mexicana que hicimos el año pasado. Además, trabajo para Nueva Mujer en México como editora adjunta y espero retomar mi columna Crónicas de una güeraen Nueva Mujer Chile, pronto.

¿Qué cosas son importantes para ti?

Las personas antes que nada. Después, los valores. La honestidad. La bondad. Dormirme sabiendo que soy un buena persona, con sus defectos como todos, pero sin maldad. La confianza, la lealtad, la amistad. También el amor propio. Saber cuáles son mis límites, cuidarme de lo que me hace daño, alejarme de lo que no me aporta, estar conectada conmigo misma siempre y, cuando la cago, que sea consciente. Y la Cumbia.

¿Te consideras liberal?

Si ser liberal es respetar el derecho del otro a vivir su vida como quiera, entonces totalmente. Estoy a favor del aborto libre, la eutanasia, el matrimonio homosexual y la adopción homoparental. También de la legalización de la marihuana. Entiendo que es necesario que exista control, pero creo que los adultos tenemos derecho a decidir cómo queremos vivir. Nos obligan a funcionar como sociedad según los parámetros religiosos de unos pocos y creo que es un error.

¿Y feminista?

También, a pesar de lo manoseado que está el termino últimamente. Para mí ser feminista no es un discurso, sino la forma en que vivo mi vida. Soy independiente, vivo de lo que me gusta en la ciudad que elegí. Me saco la cresta trabajando por mis objetivos y jamás he permitido que mi género me sirva ni como excusa ni como pretexto. Estoy segura que merezco los mismos derechos que cualquier otro ser humano, y desde ahí funciono. Cualquier revolución tiene que empezar por casa.

¿Qué no toleras?

El maltrato. Tengo cero tolerancia a la violencia. No aguanto ni la más mínima agresión, ya sea en vivo o por redes sociales. Creo que ahí se ha perdido un límite importantísimo, se perdió el respeto. También en el caso de la pareja o las relaciones, cualquier demostración de agresividad hacia mí o hacia otro me aleja inmediatamente. Me parece importante la forma en que las personas nos tratamos.

¿Qué sientes que tienes que mejorar?

Mi relación con el plástico. A pesar de que intento ser muy consciente, es un tema en el que tengo que esforzarme mucho más. Es impactante la cantidad de basura que generamos en cosas absurdas, como las verduras en bolsas. Quiero aprender a llevar una vida lo más ecológica y amable posible con el planeta.

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