Geoglifos de Pintados: símbolos de un pasado ancestral imborrable

Pablo Contreras Pérez

 

Son signos que resaltan en medio del amplio desierto. No se tiene el conocimiento certero de qué significan, pero sus formas de animales y personas logran dar alguna idea de lo que representaron para los pueblos prehispánicos que habitaron la zona y que los crearon entre los años 700 y 1500 d.C.

 

Los geoglifos del Salar de Pintados, en la Reserva Nacional Pampa del Tamarugal, son parte de la riqueza cultural y turística de la Primera Región del país y son la coronación de un maravilloso recorrido por el desierto, donde los cerros van cambiando de color según la hora del día.

 

Ubicados a una hora y media de viaje por tierra desde Iquique, a 94 km en la comuna de Pozo Almonte, estos símbolos tienen además un interés científico y arqueológico.

 

En aproximadamente 3 kilómetros de extensión en uno de los lados del cordón cordillerano costero, sector declarado monumento histórico en 1969, se han identificados más de 450 figuras con formas zoomorfas (que representan animales como llamas, zorros, peces  y quizás algunos felinos), antropomórficas (que representan seres humanos en actividades como pesca, caza y que también dan a entender jerarquías sociales), y geométricas (como rombos y grandes círculos que podrían representar señales para indicar, por ejemplo, donde había agua). Estas últimas son alrededor del 50% del total de todos los geoglifos descubiertos.

 

Pareciera que estuvieran pintadas, pero la técnica utilizada por los indígenas que vivieron en el sector fue la “extractiva”, la que consiste en desplazar la tierra de la superficie del cerro, dejando expuesto el fondo de este que es de un color más claro, provocando el contraste y dando vida a estas figuras rupestres. También se observó la técnica “aditiva” o mosaico, donde se resalta el diseño con material rocoso que es más oscuro.

 

Bajo un sol que quema, un calor que fluctúa alrededor de los 30 grados y que puede llegar a ser agobiante pese al fuerte viento que sopla hacia el final de la tarde, un breve sendero permite, a través de paradas o estaciones, apreciar en su magnitud las figuras que son uno de los atractivos de la región del norte de Chile, más allá de las siempre visitadas playas.

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