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Parece increíble que haya pasado tanto tiempo, pero hace 15 años, el 31 de marzo de 1999, la película de ciencia ficción “Matrix”, de los hermanos Andy y Larry Wachowski, llegó a los cines de EEUU.
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La película causó un impacto ya desde antes de su estreno, cuando su campaña publicitaria llamaba al espectador a preguntarse “¿Qué es Matrix?”, en una forma de manipulación de las expectativas que poco tiempo antes ya había usado la sorprendente “El proyecto de la bruja de Blair”, pero llevándolo a límites nunca antes alcanzados.
Y es por eso que la mayor revolución de la película fue cambiar para siempre la manera en que se desarrollaban los efectos especiales en el cine, especialmente a la hora de abordar las escenas de pelea. Imitar y parodiar la famosa escena donde Neo (Keanu Reeves), el hacker devenido en figura mítica postapocalíptica, esquiva las balas de los agentes en cámara lenta, se transformó casi en una rutina por varios años. Sin ir más lejos, la celebrada cinta taiwanesa “El tigre y el dragón”, de Ang Lee, pocos meses después hizo uso de efectos semejantes a la hora de mostrar la ingravidez de sus protagonistas en escenas de pelea.
No es casual que, casi un año después, la cinta se transformó en una de esas raras películas de ciencia ficción que traspasan las barreras del “cine de prestigio” y cosechó cuatro premios Oscar, entre los cuales, además de los obvios Mejor Efectos Visuales, Mejor Sonido y Mejor Edición de Sonido, se encontraba Mejor Montaje, categoría en la que triunfó por sobre candidatos como “Belleza americana” “Sexto sentido” y “El informante”.
Y, descontando la decepción que fueron sus secuelas, la película aún se deja ver hoy en día, sorprendiendo con lo revolucionario de su propuesta: el mundo que nos rodea no es real, y la manera de enfrentarse a nuestros captores es a puras balas.