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Pierce Brosnan, de joven Bond a maduro aspirante a ladrón

A sus 61 años, Pierce Brosnan no tiene miedo a envejecer ni a burlarse de su edad si con eso puede provocar una buena risa. Más aún si las consigue actuando con alguien del calibre de Emma Thompson, su compañera en “Love Punch”, comedia donde interpreta a un hombre de negocios que se convierte en ladrón de joyas por necesidad, con la ayuda de su ex esposa, para recuperar lo que un banquero francés les quitó de su fondo de jubilación.

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“Fue mi primera vez trabajando con Emma Thompson, y fue completamente genial, un gran verano. Desde el día uno fue como si siempre hubiésemos trabajado juntos, y en serio es algo que queríamos hace muchos años. Ella es tan dotada, bella, amable, graciosa y entretenida”, afirma Brosnan.

Y el argumento de esta película, que lo pone como un hombre de avanzada edad, contrasta enormemente con el estilizado ladrón que interpretó “El caso Thomas Crowne” (1999) o con el James Bond que hizo entre 1995 y 2002. Y eso es parte del chiste de la cinta que se estrena esta semana en Chile.

La película lanza algunos chistes sobre tus películas anteriores, incluyendo los Bond.
-Son chistes dentro de chistes, como cuando me pongo un traje de hombre rana, escalo una montaña de goma, robo un diamante. Y en realidad pienso, si no lo hago ahora, ¿cuándo? (ríe). Con el director habíamos hablado de poner elementos de humor como estos, y creo que todos los ingredientes estaban en el lugar preciso.

¿Cómo alcanzas el tono correcto para una comedia como ésta?
-Primero con sinceridad, honestidad y una buena historia. Tiene que basarse en la veracidad del personaje de modo que te desvíes pero siempre sepas dónde volver. Este hombre es de mediana edad, divorciado, juguetea con mujeres mucho más jóvenes que él, y en el fondo tiene esa mentalidad de hombre-niño. Con ese fuerte fundamento, para mí siempre hubo una base como esa. Y bueno, también trajes de hombre rana (ríe).

Las locaciones donde trabajaron se ven placenteras.
-Total alegría. Partimos en el hotel Carlton del sur de Francia, la primera mañana las gaviotas llegaban a mi balcón y las alimenté. Después nos juntamos, nos conocimos y empezamos. Los almuerzos franceses tienen siempre vino, así que fue una delicia, algo muy civilizado y romántico. Algo así como un rodaje retro para una película retro.

Ned Ehrbar / Publimetro Internacional

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