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En 1942 una historia corta titulada “It had to be murder”, de Cornell Woolrich –bajo el seudónimo de William Irish-, se lanzó. 12 años después, un 4 de agosto de 1954, al cineasta británico Alfred Hitchcock se le ocurrió transformar ese tenso relato de intriga y sospecha en una obra maestra del cine que influyó por años a decenas de directores.
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La historia parte con “Jeff” Jefferies (James Stewart), un fotógrafo profesional que rompe su pierna en un accidente y termina en silla de ruedas en su departamento de Nueva York, donde, aburrido, se entretiene espiando a sus vecinos del edificio de frente y fantaseando sobre sus actividades de acuerdo a lo que ve a través de su cámara y sus binoculares. Hasta que ve pruebas de lo que él cree que es un asesinato, y no puede evitar meterse a sí mismo y a su joven novia (Grace Kelly) para resolver el caso.
Quizás lo más destacado de la película es la manera en que, sin vergüenza alguna, adopta la posición del voyerista para mostrarnos la trama, haciendo que la mirada de Jeff se parezca no sólo a la de alguien perturbado y aburrido, sino a la de un espectador de cine.
Un cambio esencial de la versión fílmica fue agregar unos toques perversos del más puro estilo Hitchcock, como por ejemplo en los personajes espiados por Jeff, el matrimonio del escultor Lars Thorwald, que mantiene sus persianas bajadas todo el tiempo, indicando que no salen nunca de la habitación y mantienen una frenética actividad sexual.
Ya en su momento la cinta fue reconocida, obteniendo cuatro nominaciones al Oscar, por la dirección de Hitchcock, el guión de John Michael Hayes, la fotografía y el sonido. Pero su influencia trascendió hasta nuestros días, con películas como “El fotógrafo del pánico” (1960) mezclando el voyerismo con el asesinato, y con directos homenajes en cintas como “Doble de cuerpo” (1984), de Brian de Palma, y “Sliver” (1993), con Sharon Stone.
Actualmente es de las pocas películas que mantienen un rating de un 100% en RottenTomatoes.com, que compila las 61 críticas más importantes que la cinta ha recibido. También en la votación popular de los usuarios de IMDb.com es considerada la 31ª mejor película de todos los tiempos, superando incluso a “Psicosis” (1960) y a “Vértigo” (1958), del mismo director.
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