Es difícil enfrentarse en vivo a una banda como Linkin Park y su evolución. Cada disco y canción es una apuesta distinta en la que conservan algunos elementos transversales como la rotación de Mike Shinoda y Chester Beninngton en la voz y las secuencias a cargo de Joe Han. El resto: fórmulas que buscaron más volver a llevarlos a los tiempos del «Hybrid Theory»(2000) o «Meteora» (2003), pero no en el sentido de buscar una identidad, sino que dar con algo que los vuelva situar bajo las luces del mundo de las música. Y en cierta forma lo han logrado, con una propuesta que ha sintonizado con un público más millennial. Pero en esta apuesta han perdido lograr dar con una idea musical de banda y eso se refleja en su show en vivo.
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Pero eso poco importó a la fanaticada que llegó al Movistar Arena y que casí repleto el recinto del Parque O’Higgins, en el que solo faltó llenar un tercio de la cancha. Los californianos se presentaron por primera vez en nuestro país en solitario en el marco de la promoción de su próximo álbum «One more light», realizando un concierto que tuvo un sonido poco limpio y carente de profundidad, en el que la guitarra y el bajo nunca se escucharon más fuerte que la secuencias y que descansó en la voz de Beninngton. Un ejemplo de ello fue «Breaking the habit», canción nunca explotó sónicamente como en el disco y la interpretación de su vocalista fue la que conectó con el público.
Tal como recalcó su vocalista, esta presentación era la primera de su tour mundial de su más reciente trabajo y eso se reflejó en el setlist en el que destacaron varios temas nuevos, entre ellos el debút de la canción que de nombre al disco que junto con «Crawling» fueron el mejor momento, respecto a sonido, de la noche.
Para el final, la batería de hits de sus dos primeros álbumes que fueron los protagonista del cierre de la tercera noche de Linkin Park en Chile.
