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Alfredo Castro visita el Festival de Cannes con “Los Perros” y “La Cordillera”

El actor nacional está en la competencia con las cintas “Los perros” y “La cordillera.

Es el actor fetiche de Pablo Larraín y ahora que el cineasta triunfa en Hollywood, al chileno Alfredo Castro le llueven los proyectos en  América Latina. Dos de ellos, «Los perros» y «La cordillera», los presenta en Cannes.

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El salto de la televisión al cine lo hizo a los 50, hace 11 años, con «Fuga», ópera prima de Larraín, que fue «muy mal recibida». Pero a este decepcionante debut siguió «Tony Manero» y todo cambió para Castro.

 

Su interpretación de un hombre obsesionado con John Travolta fue ovacionada en Cannes en 2008, su primera vez en la mayor muestra mundial de cine. «Pasé de no tener ninguna entrevista, a pasarme tres días hablando» con la prensa, recuerda.

 

Ahora vuelve por tercera vez al Festival con el equipo de «Los perros», de la chilena Marcela Said, en el que interpreta a un ex militar de la dictadura que vive impune como profesor de equitación.  «Todavía no la he visto», confiesa.

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La cinta, que compite en la sección paralela la Semana de la Crítica, es un reflejo de cómo, pese a los «intentos de ponerle fin», la dictadura chilena no quedó atrás. «La gente que ha colaborado con ella, todavía está viva», subraya.

000ok1jq.jpg (ANNA PELEGRI/AFP)

 

Un personaje incómodo

Su personaje, aunque afable y objeto del deseo de una mujer casada, interpretada por Antonia Zegers, es incómodo para el espectador. «Me interesa el conflicto: un personaje blanco, heterosexual, con familia, auto y trabajo, no».

 

La prueba, sus papeles, son a cual más oscuro: interpreta a un empleado de la morgue en «Santiago 73, post mortem», a un hombre maduro que paga por tener sexo con chicos jóvenes en la venezolana «Desde allá» (León de Oro en la Mostra de Venecia) y a un cura pedófilo en «El club».

 

Por ello, su colaboración con Larraín, ha sido tan fructífera. «En Latinoamérica, se tiende mucho al pensamiento binario: lo bueno, lo malo, lo lindo, lo feo… Lo que hizo Pablo es romper esta estructura. Dijo ‘No hay rendición, vamos a ir hasta el final’. Y así fue hasta ‘El club'», explica.

La precariedad, «riqueza» del cine latino

Ahora, el cineasta «está en Estados Unidos trabajando. Estupendo, pero también le dije ‘Pablo, vuelve’, porque la riqueza que uno tiene como suramericano es la precariedad», una condición a la que alude como un universo fértil para hacer cine.

 

Castro afirma que está orgulloso de rodar en casa, en una región donde las coproducciones van en aumento «desde hace cinco años».

 

Su segunda película presente en Cannes, en la sección Una cierta mirada, está dirigida por el argentino Santiago Mitre y es una coproducción entre Argentina, España y Francia.

 

«La cordillera» tiene además un reparto multinacional: los argentinos Ricardo Darín y Dolores Fonzi, la española Elena Anaya y la chilena Paulina García, además de Castro que interpreta al psiquiatra de la hija del presidente argentino, reunido en una cumbre de mandatarios latinoamericanos en los Andes.

 

Entre manos, tiene proyectos en tres países: el primero es «Museo», del mexicano Alonso Ruizpalacios, con Gael García Bernal, y en el que dos chicos ricos roban en un museo de antropología. «Una locura, algo que solo puede pasar en Suramérica».

 

Sus otras dos cintas son «Rojo», del argentino Benjamin Naishtat, en el que da vida a un detective loco que pierde su trabajo en televisión, y «Blanco», que será filmada en septiembre en la Patagonia chilena con «mucha nieve» y ambientada en el siglo XVIII.

 

Para Castro, la ventaja de haber conocido la fama a los 50 es que ésta lo encontró ya «bien puesto en la Tierra».

 

«Con ‘Tony Manero’ en Cannes, todo el mundo me decía: te van a llamar de Estados Unidos. Y yo decía no va a suceder, y no sucedió».

«Llegaron algunos guiones, pero nada que me interesara, eran cosas demasiado normales».

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