Recordar la década del noventa y la industria musical nacional de esa época es hacer memoria de un tiempo en el que había un creciente espíritu de un nuevo rock chileno. Así lo recuerda Felipe Ilabaca, bajista de Chancho en Piedra. “Para el año 97 había un fervor por consumir lo chileno”, cuenta el músico. “Por primera vez, una generación que le gustaba la música era desprejuiciada del estilo. Todos convivían y escuchaban todo tipo de música”, agrega Eduardo Ibeas, voz del grupo. Este era el escenario en el que “La dieta del lagarto” (1997) se fue gestando. El disco, que cumple 20 años, es uno de los favoritos de su fanaticada, que podrá celebrarlo con un show en el Teatro Caupolicán el 25 de agosto (entradas por Ticketek).
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“Existe un halo de mística o culto, por así decirlo, porque quedó trunco el proceso público del disco. Si se hizo conocido, fue porque se pasó el material de mano en mano. Tuvo dos singles que rotaron y tuvieron impacto, pero al año siguiente estábamos con Sony e hicimos el “Ríndanse terrícolas” (1998). Tiene ese carácter del disco favorito”, cuenta Ilabaca. El álbum también es recordado por su carátula, en al que los integrantes de la banda salían vestidos de espermatozoides y porque traía un juego de mesa en su interior.
¿Qué fecundaron esos espermatochanchos y que descendencia dejaron?
Felipe Ilabaca (FI): Lo que fecundamos fue nuestro estilo. Lo definimos y maduramos con este disco. Pusimos la bandera de Chancho en Piedra en medio con la mezcla que estábamos buscando hace rato. Sentimos que es un disco equilibrado de todas esas energías que teníamos. Un poquito de experimentación, sicodélica, funk, soul, rock, hardcore. Con ese disco nos fuimos posesionando en el medio.
Eduardo Ibeas (EI): Lo que engendró fue la conceptualización de nuestro arte. En “Ríndase terrícolas” ya teníamos la experiencia de que el disco era una globalidad. Lo mismo que el juego que venía de regalo en “La dieta…”. Tiene todos los conceptos que no sólo aplicamos en los álbumes sino que en los shows. Eso fue uno de los grandes aportes de este disco. Darnos cuenta de que la obra podía tener un concepto más grande que las canciones sueltas.
¿Cómo recuerdan el proceso de grabación?
FI: Aprendimos a cómo grabar un disco. Teníamos cierto presupuesto, tal cantidad de días, vamos con la base, vamos grabando las voces y después los instrumentos encima. Eso en lo técnico. Como decía Lalo, aprendimos a inventar el concepto de obra. Estábamos fanáticos en esa época de “Jesucristo Superestrella”, “Tommy”, “Quadrophenia” de The Who y queríamos, humildemente, acercarnos a eso con “La dieta…”. Creo que nos juntó más y nos enamoró en lo colectivo para trabajar en el arte.
Es un disco bien ambicioso por los invitados y porque supera la hora de música.
EI: La duración del disco tiene que ver con la época.En ese tiempo estaba el boom del CD, que hacía 90 minutos. Los invitados, con el Flor Motuda tocamos en un recital en Canelo de Nos y nos acercamos a él porque nos gustaba su excentricidad. Después nos juntamos un par de veces y le dijimos que lo queríamos invitar a un tema. Nos dijo cuál y le dijimos que aún no tenía letra. ‘Inventémosla al tiro. A mí se me ocurre un tipo comiendo una banana en la calle. Ustedes siguen’, dijo. Tiró eso y nosotros nos cabeceamos en cómo hacer de eso algo entretenido. Luego le contamos la idea y nos dijo: “Me parece maravilloso”.
FI: A mitad de los noventa había mucho músico que quería colaborar y entregar lo suyo. Estaba Claudio Nervi, por ejemplo, que aportó un color más soul al álbum con teclados que no habíamos ocupado.
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EI: Es el segundo disco, pero el primero en que tuvimos concepción de componerlo como un álbum. Los temas del “Peor mascar lauchas” eran temas sueltos para tocar en vivo y reírnos de los amigos.
FI: Recuerdo que habíamos sacado el primer disco y los chiquillos se encontraron con Carlos Cabezas y les dijo: “Cagaron. Nunca van a poder hacer algo mejor que el primer disco porque ahora van a estar conscientes de lo que tienen que hacer. Tiene el peso encima”.
EI: Con todas esos miedos en contra, igual lo hicimos. Contábamos con el apoyo de un sello muy entretenido que apostaba por la libertad y creatividad de los artistas y con el apoyo técnico de Chalo González, que ya era nuestro sonidista, y junto a él lo produjimos.
¿Es el disco que mandarían al espacio?
FI: No, porque encuentro que lo que le sobra de frescura, le falta de técnica de producción de sonido. Eso lo logramos en discos que vinieron después. No es la obra máxima de los Chanchos.
EI: Yo mandaría un grandes éxitos.
Caso Los Tetas
Chancho en Piedra es uno de los pilares del género funk en Chile junto a Los Tetas, grupo que vive duros días luego de que su ahora ex vocalista Tea Time (Camilo Castaldi) fuera formalizado por violencia de género tras ser denunciado por su ex pareja Valentina Henríquez. “A mí me da mucha pena y me conmovió por completo esta situación. Tanto por el asunto personal que ocurre. Por el colega que lo hemos visto y está enfermo. Y por nuestros amigos que no nos gustaría estar en sus pantalones queriendo vivir del arte, tratando de sacar esto adelante y tener un país entero en contra tuyo”, cuenta Ilabaca.
¿Cómo ven ustedes desde afuera lo que pasó?
FI: Entiendo que ellos van a seguir. Son tan talentosos que van a salir adelante. A mí, en lo personal, me da mucha bronca lo que pasó. No tanto por el asunto personal, que es un asunto personal. Me da rabia la masa anónima que dice lo que quiere decir. Juzga y condena y es capaz de desearle la muerte a una persona sin tener arte y parte. No se trata de no apoyar a una víctima. Me carga este abuso que puede provocar lo peor y condicionar toda una escena. Me carga toda la gente que se fue en contra de ellos, acusándolos de misoginia, porque mientras les sirvió, puta que les gustó.
EI: Nosotros que los conocemos, nos damos cuenta de que su relación era netamente profesional. Se juntaban en la sala de ensayo y en los shows. En lo personal, al que siento más amigo de Los Tetas es el Cristián Moraga (C-Funk). Sé que no va a encubrir una cosa así. La gente los cuestiona como encubridores y todo. Yo, con lo poco que veo al Camilo, no me imaginaba que era un tipo violento. Lanzado, irresponsable y todo lo que quieras, pero no un tipo violento. Entonces, me imagino que a ellos también los tomó por sorpresa. Yo considero que Cristián y Rulo van a sacar esto adelante porque son súper talentosos. Van a limpiar sus nombres con lo mejor que saben hacer.
¿Ustedes como músicos sienten que sería bueno invitar al C-Funk o al Rulo a tocar?
FI: Sí, por supuesto. No por esta razón o situación en particular. Lo hemos hecho muchas veces en nuestra historia. Por supuesto que le dimos la vuelta. No lo hemos decidido, pero también no depende sólo de nosotros. Hay que ir hablándolo.