La muñeca diabólica que ya había aterrorizado a miles en “El Conjuro” (2013) volvió a los cines en una precuela que cuenta su origen: “Annabelle 2: Creation”. Pero la historia real es mucho más aterradora de la que podría contar una película.
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De momento, la cinta de terror de David F. Sandberg lidera la taquilla norteamericana y habría recaudado 35 millones de dólares en sus primeros tres días en los cines.
Los comienzos de Annabelle
La muñeca fue creada por la fábrica Raggedy Ann, creada en 1915. Su saga infantil fue muy popular luego de la Primera Guerra Mundial. Le fue tan bien, que los Estudios Fleischer hasta hicieron una serie animada. La compañía tuvo buenas ventas con la muñeca hasta 1970.
Muñeca poseída
La famosa pareja de parasicólogos Ed y Lorraine Warren enfrentaron a una muñeca diabólica en los años 70. Una mujer le regaló a su hija Donna una de estas muñecas. Ella era roomie de Angie. Donna deja la muñeca sobre su cama, pero en varios días suceden cosas: la muñeca se mueve sola, ya que la encuentran en diversas posturas. También encuentran mensajes como “Ayúdanos” y “Salven a Lou”. Así se llamaba el novio de Donna.
Al principio creyeron que era una broma y deciden ignorarlo todo. Pero luego, los sucesos aumentan. Piden ayuda a una médium. Esta les informa que dentro de la muñeca está el espíritu de una niña llamada Annabelle Higgins, que les pide que la acepten. Donna y Angie comienzan entonces a tratar a la muñeca como humana, pero Lou no está tan convencido. Este tiene una pesadilla, donde sueña que alguien lo ahorca. Se encuentra con la muñeca al pie de la cama y tiene heridas superficiales en su cuello.
Intervención de Ed y Lorraine
Las muchachas comenzaron a escuchar ruidos desde su habitación. No encuentran a nadie. Contactan a un cura que los lleva con Ed y Lorraine. Ellos avisan que Annabelle no existe, sino que hay un espíritu maligno que quiere poseer a Donna luego de haberle dado permiso para entra en su vida. Las chicas se deshacen de la muñeca y los Warren regresan a su casa por carreteras alternativas, para evitar accidentes debido al poder de la muñeca.
Desde entonces, la muñeca permanece en el museo de los Warren y hay que pedirle permiso para fotografiarla.