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Crítica de cine: “Star Wars: Los últimos Jedi”, la historia sin fin y el fuego inapagable

La cinta dirigida por Rian Johnson llega a los cines de nuestro país este jueves para extender la llama iniciada hace dos años con “El despertar de la Fuerza”, esta vez, más explosiva que nunca

“Somos la chispa que encenderá el fuego que devastará a la Primera Orden”. Así es el lema que acompaña las más de dos horas de película en “Star Wars: Los últimos Jedi” y que se estrena este jueves en los cines de nuestro país. La octava parte de la saga iniciada hace cuarenta años por un joven y soñador George Lucas está hoy en manos de Walt Disney Pictures, el imperio del ratón que sigue acaparando éxitos de ciencia ficción y fantasía.

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“Los últimos jedi” comienza donde termina su predecesora. Mientras que “El despertar de la Fuerza” funciona como una introducción a un universo abandonado por Lucas en 2005 luego de tres fallidos intentos con las precuelas (“La amenaza fantasma”, “El ataque de los clones” y “La venganza de los sith”), este nuevo episodio en la vida de los Skywalker cierra un proceso que parecía imposible de abordar y logra cicatrizar la herida que J.J Abrams no curó completamente.

La película tiene de todo un poco: acción a desbordes, comedia y drama ejecutada de forma precisa y en los momentos adecuados; lo mejor de todo es una historia narrada con vertiginosa eficiencia. Los quiebres argumentales logran mantener a la audiencia al borde de su asiento mientras Rey (Daisy Ridley), Finn (John Boyega) y Poe Dameron (Oscar Isaac) hacen lo imposible por resistir el asedio de la Primera Orden al mando de Kylo Ren (Adam Driver) y el Líder Supremo Snoke (Andy Serkins).

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Sin duda, las nuevas adiciones a la franquicia ayudan a complementar este inacabable universo que sigue expandiéndose con planetas, armas y personajes no menos entrañables. Tal es el caso de Rose Tico (Kelly Marie Tran), una ingeniera de la Resistencia que descubrirá en sí misma una heroína o DJ, el personaje encarnado por Benicio del Toro que, aunque podría haber sido más, otorga esa chispa de frescura y clase a la que nos ha acostumbrado en otros filmes.

Pese a ser la película más larga de la saga, “Los últimos Jedi” bajo ningún punto se vuelve tediosa. Sin buscar enredarse más de lo necesario, el director Rian Johnson logra conjugar una trama sencilla mientras que, a la vez, cierra etapas abiertas por Abrams en el Episodio VII revelando por lo menos tres misterios que, seguramente, dejarán sin aire a los fans.

Y así como lo nuevo añade vigor a la longeva historia, lo viejo remueve hasta lo más hondo del corazón de los nostálgicos. La fallecida Carrie Fisher recobra protagonismo en un buen puñado de escenas que nos recuerdan el por qué de su importancia como una líder femenina -que, dicho sea de paso, no está sola, sino bien acompañada- en una aventura que pudiera ser mayoritariamente masculina. Y por supuesto, el incomparable Mark Hamill vuelve a tomar protagonismo en un rol que nos recuerda no sólo la sabiduría ganada en estos años, sino que también la inocencia y el ímpetu de ese veinteañero que cautivó a las masas con un sable de luz y esperanza.

“Star Wars: Los últimos Jedi” no sólo es una chispa, es una explosión certera, un fuego inapagable que logra que hasta el más escéptico vuelva a creer en las aventuras espaciales, los rayos láser y los héroes y heroínas de galaxias lejanas.

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Finalmente, hay que decirlo: el hype era totalmente justificado.

Por Fabián Escudero

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