Hace unos días, se estrenó en Netflix el road movie The End of the F**ing World*, creada por el británico Jonathan Entwistle como adaptación de la novela gráfica homónima de Charles S. Forsman y pretende convertirse en la serie del momento.
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La historia narra la vida de James (Alex Lawther) y Alyssa (Jessica Barden), dos adolescentes de 17 años incomprendidos que están hartos de sus vidas y deciden escapar. El encanto, pese a que la trama suena común, no es lo que se cuenta sino el cómo: la frontalidad al momento de retratar a sus personajes, sus preocupaciones y conflictos, le dan ese toque realista por el que los británicos se caracterizan.
James, quien se considera un psicópata, disfruta matando animales e imaginando cómo sería asesinar a un humano. Es incapaz de sentir, como si hubiera reprimido todas sus emociones. Aunque no rompe los estándares sociales, no puede entenderlos. Por otro lado, está Alyssa que no encaja en su familia e idealiza a su padre, a quien prácticamente no conoce. Ella esconde sus miedos y sentimientos criticando e insultado a todos a su alrededor, incluso a quienes intenten acercarse.
https://www.youtube.com/watch?v=WCc6K995oAk
Se podría decir que The end of the F**ing World* tiene referencias de ‘Bonny and Clyde’ con la huida y la irreverencia juvenil, y a ‘Submarine’ con la peculiar relación entre sus protagonistas y el buen soundtrack que acompaña la historia. Sin embargo, la nueva apuesta de Netflix aporta algo más para identificarse -o entender- con los personajes: las consecuencias de la familia disfuncional y las heridas emocionales de sus protagonistas.
Su lenguaje violento, nihilismo y humor negro son los ingredientes que usa Charlie Covell, guionista de la serie, a lo largo de los ocho episodios de 25 minutos de duración cada uno, para que James y Alyssa se conecten de a pocos, se conozcan el uno al otro y a la vez a sí mismos.
The end of the F**ing World*, que apunta a un público juvenil, propone referentes que funcionan en la ficción ya que son osados, fieles a ellos mimos, con miedo al autodescubrimiento y a la madurez. Este último punto puede comprenderse mejor en la escena final y deja abierta la pregunta: ¿qué implica ser adulto? Pese a que no es necesario una respuesta por parte de los protagonistas, quizás la tengamos en una posible segunda temporada.
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Lo bueno: Buena actuación de los protagonistas, el desarrollo de los personajes tiene un estilo muy británico (para quienes disfruten del toque realista), buena banda sonora.
Lo malo: Mientras avanza la historia, la relación entre James y Alyssa se vuelve un poco predecible.