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La compleja relación entre Nicanor Parra y el Nobel de literatura

“Los premios son para los espíritus libres… y para los amigos del jurado”, señaló el nieto del autor, Cristóbal “Tololo” Ugarte durante la entrega del premio Cervantes en España en 2011, en representación de su abuelo

Nicanor Parra tenía 97 años cuando se convirtió en el tercer chileno laureado con el premio Cervantes, galardón español concedido en 1999 a Jorge Edwards y en 2003 a Gonzalo Rojas. Pero no asistió a la ceremonia porque, aunque aún no llegaba a su centenario, las fuerzas no le daban para un viaje tan largo.

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Allí, en plena ceremonia, con la desfachatez que lo caracterizaba, pidió una prórroga “de mínimo un año” para “perigueñar” un discurso “medianamente plausible”. «Los premios son para los espíritus libres… y para los amigos del jurado», dijo a través del joven Cristóbal «Tololo» Ugarte, su nieto músico y arquitecto que, tímidamente, repetía las palabras que su abuelo le había dado en una escueta hoja blanca.

En 75 años de carrera, la obra de Nicanor Parra se resume en una veintena de poemarios que cambiaron completamente la forma de la poesía local. El poeta y académico de la Universidad Diego Portales Rodrigo Rojas, señaló una vez que el autor “creó una obra literaria que permitió dar tres giros concretos dentro del canon literario nacional e iberoamericano».

En 1937, Parra publicó su primer poemario, «Cancionero sin nombre», un librito que al año siguiente le valió el Premio Municipal de Santiago y un augurador elogio de la Nobel de literatura, Gabriel Mistral quien aseguró que era «el futuro poeta de Chile».

Al final de sus días el autor de «Poemas y antipoemas» ya ostentaba 24 premios nacionales e internacionales que lo coronaban como uno de los más prolíficos literatos de nuestro país. Pero algo siempre le faltó.

«El Nobel es un premio geopolítico. Chile ya tiene dos premios Nobel, Argentina no tienen ninguno y tiene a Borges, y mi abuelo ha tenido problemas con la izquierda mundial, con Cuba y con Allende en la época de la UP», contó en una ocasión el mismo «Tololo» Ugarte a CNN durante una entrevista en la que precisamente el tema era el escurridizo premio.

La relación entre Parra y el Nobel se transformó en un tema casi de estudio para los expertos y los aficionados a las letras. Postulado en tres ocasiones (1995, 1997 y 2000), cada año antes de la premiación se fantaseaba con la posibilidad de que el autor de «Artefactos» trajera el tercer Nobel a Chile. Y cada año, la esperanza se esfumaba.

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Otra de las teorías que se esgrimían sobre por qué Parra jamás ganaría el Nobel tiene que ver con un «lío de faldas». Las autoras Sabine Drysdale y Marcela Escobar fueron las encargadas de escribir su biografía y en esta relatan cómo una mala relación influyó en el mal «lobby» que tuvo el autor con la Academia Sueca (la encargada de entregar el galardón): «Él tuvo un romance muy tormentoso con una traductora sueca, y dicen que al haber terminado mal, hizo una suerte de anti-lobby en los círculos cercanos al Nobel y eso impidió que él lo ganara».

Respecto a lo académico, las mismas biógrafas señalan que la antipoesía tiene «un lenguaje sumamente local» y «complejo de traducir».

Aún ante esto, su nieto «Tololo» siempre señaló que a su abuelo «no le quitaba el sueño» ganar o no ganar el Nobel. A fin de cuentas, tal como lo señaló alguna vez, imaginariamente en España, «los premios son para los espíritus libres… y para los amigos del jurado».

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