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Chile se rindió por última vez ante los pies de Ozzy Osbourne

El “Príncipe de las tinieblas” se vino a despedir de su fanaticada nacional con su “No More Tours 2” con un show de una hora y cuarenta minutos

Era una velada llamada a ser un reencuentro y despedida. Por ello, cuando cayó la noche, el Movistar Arena no demoró en caer a los pies de Ozzy Osbourne. El sextagenario «Príncipe de las tinieblas» regresó a nuestro país en solitario, supuestamente por última vez, a poco más de un año y medio desde que junto a su banda madre, Black Sabbath, deleitara al Estadio Nacional.

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«Bark at the moon» fue la primera canción de esta despedida denominada «No more tour 2», gira que tuvo a Chile como primer testigo de su llegada a Sudamérica. La canción marcó la energía de un show que nunca decayó y que con «Mr. Crowley» fue abrazado por las tinieblas de Osbourne y compañía.

Sobre el escenario, un Ozzy más estático, en relación a ese característico paso, en el que se aleja del pedestal del micrófono para apropiarse del escenario, que empezó a patentar desde agosto de 1969, hacía gala de su inconfundible y enérgica voz.

Por ello y para que no quedara en duda que, a pesar de venir a decir adios, su intención es seguir de manera más acotada con su presentaciones en vivo, Osbourne, quien lucía un traje morado brillante delante de una cruz de tres metros que se alzaba al fondo del escenario, prometía al público, que prácticamente llenó el recinto ubicado en el Parque O’Higgins, que seguiría cantando hasta que su cuerpo se lo permitiera.

Acompañado de su fiel escuedro Zakk Wylde, quien se lució con luces propias en un solo de guitarra durante el medley conformado por «Miracle Man» / «Crazy Babies» / «Desire» / «Perry Mason», y la batería de Tommy Cufletos, quien se despachó un solo en «War pigs», «El príncipe de las tinieblas» hizo un extenso repaso de dieciséis canciones en una hora y cuarenta minutos de show.

Pese a que esto era una celebración de su carrera solista, también hubo espacio para clásicos de Black Sabbath con «Fairies Wear Boots» y un cierre de lujo a cargo de «Paranoid».

La noche del martes Osbourne estremeció a su fanaticada de siempre y aquellos que se han sumado en los últimos años a su leyenda incombustible. Pese a que los años no le pasan por alto, su voz sigue potente, dejando abierta la puerta a que esta no será la última vez que las tinieblas reinen en Santiago.

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