Aunque en su partida se olfateó el efectismo y el morbo de ver expuestos casos vergonzantes y grotescos, según el camino pavimentado por “Caso Cerrado”, pronto “La Jueza” logró trascender de ese prejuicio e, incluso, del mero arbitraje de conflictos, para aproximarse a aquello que alguna vez llamamos “programa de servicio”.
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Es decir, un tipo de espacio que ni siquiera apelara a alguna efectiva contribución o aporte a la comunidad a la hora de validarse, sino sobre todo a que su presencia en pantalla generara apego, ofreciera un refugio, bienes inasibles y altamente apreciados en televisión.
¿Con una discutible cuota de paternalismo? Puede ser. ¿Quizá un placebo de justicia? Es posible. ¿Un circo levantado a partir de los padecimientos de los más desposeídos? No exageremos.
Pero incluso con esas interrogantes en el aire, el espacio logró ofrecer una cuota de empatía con una facción de la audiencia a la que hasta eso se le venía negando. Y en el devenir de nuestra sociedad, lo vivimos día tras día, la empatía es algo que definitivamente no sobra.
Por eso, costó entender en su momento que CHV decidiera bajarle el telón al programa, y por ello se filtra una cierta pertinencia, una cuota de lógica, algo de mínima justicia al verlo de regreso en TVN, ahora como “Carmen Gloria a tu servicio”.
Más allá de la mano de gato en el nombre, la dinámica y el look, se trata básicamente de lo mismo, y está bien: No hay para qué rehacer lo que ya funciona. Tampoco desaprovechar la reputación ganada y el estilo genuino desarrollado por Carmen Gloria Arroyo, la abogada que vuelve al sitial que mejor le queda en pantalla, y quizá en la mejor plataforma posible.
Porque ni en el espíritu del espacio ni en el del canal está la posibilidad de renegar alguna vez de su carácter popular, y porque las ideas de servicio y televisión pública combinan casi a la perfección.
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Y si de todo eso deviene un rating aceptable, como el anotado esta semana, pues cuánto mejor: la pantalla se sigue moviendo, la industria se agita, la tarde televisiva se diversifica, un canal que estaba en el suelo continúa renaciendo, un rostro destacable se reivindica, una fórmula probada se alza ante la compulsión por la novedad, y el aburrido y fatal statu quo de nuestra televisión reciente empieza a tener por fin aires de cambio. Si aquello durará o se intensificará, aún está por verse, pero al menos el inicio parece auspicioso.
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