Sabido es que el ráting televisivo promueve una suerte de efecto dominó, que va de un programa a otro, y desemboca en una dinámica que se replica de canal en canal. Así es como de la apuesta de una estación por estirar su matinal, hoy terminamos con todos llegando a insólitas cinco horas y media de duración, tal como antaño asistimos al desplazamiento de las teleseries hasta las 20:00 horas, y el inicio de las noticias a las 21:00 (su horario habitual fue por años las 20:30).
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Con ese nuevo estándar, la franja estelar comenzaría a las 22:00 horas, y así nos mantuvimos por largo tiempo, hasta que un buen día a algún encargado de programación se le ocurrió retardar en cinco minutos el fin de su noticiero, con el fin de incrementar las posibilidades de heredar la sintonía al prime.
Para no quedar fuera de juego, los demás canales se plegaron, y el afán de desmarcarse hizo que los cinco minutos se transformaran en diez y luego en quince, y así otra vez, y otra, y otra.
De ese modo fue como llegamos a lo de hoy, con informativos que se extienden por una hora y 45 minutos, llenos de notas irrelevantes y prescindibles. La franja estelar, en tanto, recién está largando cerca de las 22:50 horas, por lo que si alguien pretende ver un programa completo fácilmente puede pasar de la una de la madrugada con el televisor encendido.
¿Es eso racional o lógico cuando hablamos de una audiencia promedio, del público general, es decir, personas que marcan tarjeta a las nueve de la mañana, que tienen hijos entrando al colegio a las 8:00, que toman el metro a las 7:00, o que rinden exámenes a las 8:30?
Desde luego que no. Por cierto, tampoco es lógico exigirle a la televisión que venga a regular las agendas de los televidentes, pero si los medios se echan encima el peso de tener un “rol social”, una mínima salubridad horaria debería ser también parte de esa etiqueta.
De ahí que asome como un anuncio digno de resaltar el realizado recientemente por CHV, que a partir de este domingo programará noticias entre las 20:00 y las 21:30 horas, para luego dar paso a su franja prime.
La medida no sólo recupera la cordura en materia horaria, sino que además se atreve a romper con la homogeneidad que hoy impera a partir de las 21:00 horas, con todos los canales siguiendo exactamente el mismo esquema. De paso, optimiza el uso de un bien que en las noches se vuelve escaso para las personas, como es el tiempo.
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En este modelo, puede que sea posible apagar el televisor a medianoche habiendo visto un par de programas, y no dejando uno a medias o, peor aún, lamentándose por haberlo terminado.
Pero, de todos modos, hay un halo de suspenso que inevitablemente recubre a una iniciativa como ésta. Porque si bien el de CHV será el intento más audaz, no es el primero en el último lustro.
Antes, tanto Canal 13 como TVN habían decidido acortar sus informativos centrales para volver al formato de una hora, con franjas estelares comenzando a las 22:00. Sin embargo, se mantuvieron en ello sólo algunos meses, hasta terminar volviendo al territorio del que alguna vez quisieron escapar.
Ojalá el atrevimiento de CHV no encuentre similar destino. Ojalá parte de la audiencia esté dispuesta a que el sentido común impere otra vez, de modo tal que la caída del dominó revierta su dirección, y el efecto contagio de una buena audiencia incentive a otras estaciones a embarcarse en lo mismo. A todos nos haría mejor.