Sola e insegura. Así se sentía Francisca Valenzuela al principio de su carrera. Latinoamérica tenía contados referentes musicales mujeres en el pop y el rock, y eran algo distantes. Por ello, cuando el ex director de radio Rock & Pop, Marcelo Aldunate, le dio el mail de Nicole en el tiempo en el que la cantante estaba trabajando en su primer Ep, la voz de “Muérdete la lengua” no dudó en escribirle. “Le dije, ‘no sé hacer nada, puedes juntarte y explicarme qué es ser solista’. Ella se tomó ese tiempo conmigo. No había acceso a ese conocimiento”, cuenta.
Hoy, Francisca Valenzuela se ha convertido junto a Mon Laferte, Ana Tijoux y Javier Mena, en ese referente para muchas que buscan construir una carrera musical. “Yo creo que eso comprueba la necesidad de tener diversidad de referentes. En Latinoamérica existía mucho esa noción de que la música rock es la música de verdad y todo lo demás, queda marginado (risas). Hay mucha música diferente, hecha por distintos tipos de personas, que puede conectar y que las personas no tienen vergüenza de conectar. Se valida otro grupo etario”, expone la cantante.
“Tómame”, se llama su más reciente single, que es el primer adelanto de los que será su cuarto álbum a editarse el próximo año. Una canción que define como “una búsqueda de cómo se pude hacer que la canción sea lo más grande y potente posible” y el primer corte de lo que será una exploración de “hacer un pop evolucionado y cambiar manteniendo las fortalezas mías, pero a mi manera”. Francisca Valenzuela conversó con Publimetro sobre su ambición pop, cómo este género se ha convertido en el vehículo para contar tópicos contingentes y su vínculo con Chile viviendo en EEUU.
¿Hay más ambición pop con “Tómame”?
– Me siento súper afín con ser alguien que suena en radios y ser un artista pop en ese sentido. Hay una búsqueda de decir cómo participar, porque uno ya no lo hace localmente, hay que abrirse al mundo. De Chile al mundo. Cómo hacer que suene de Chile al mundo y no limitarse porque no estoy en tal estudio y cosas así. En nuestro caso, lo hicimos en nuestra casa.
El pop se ha vuelto la herramienta para contar y hablar de ciertos temas. ¿Por qué crees que ha pasado esto?
– Yo creo que es un reflejo de los tiempos. Ha habido ese pop antes, la cosa es que es la minoría. Los artistas y proyectos musicales tienen diferentes dimensiones. Me tiene muy contenta que la idea de que te importen las cosas es “cool”. Antes era “ay, estresada”. Eso está pasando mundialmente porque a EEUU no le queda otra. Y ellos como que dictaminan la cultura pop global. Como que la juventud dice, “I do give a shit” (sí me importa) y eso hace que se refleje en la música. El espacio de la cultura pop es un posible vehículo de transformación y de conversación por su alcance masivo. Es un logro.
“Ruidosa” se materializa como tu proyecto más tangible que se puede disfrutar de distintas experiencias. ¿Qué te ha entregado a tí este festival?
– “Ruidosa” es algo que está fuera de mí y me encanta. Tiene esa intención. Tiene que ver con el proyecto que ha instaurado, la red, la experiencia y las conexiones. A mi me ha entregado mucho. En lo concreto, me ha permitido saciar una inquietud de aprender de otros colegas y gente que admiro. Desde lo profesional a lo personal. Me sentí menos sóla. La oportunidad de aprender de otros y otras, conectar y generar comunidad. También me ha enseñado mucho en lo profesional. Me ha entregado una cierta soltura y seguridad. Antes me sentía sola e insegura haciendo lo que estaba haciendo. Más confianza como mujer, como artista, colega, amiga y profesional. Además, aprender, contribuir y facilitar un espacio y experiencia que busca algo tan importante como la visibilización y empoderamiento de las mujeres.
¿Cómo te mantienes conectada con lo que ocurre acá viviendo en EEUU?
– Siento que nunca no estoy (risas). Es muy raro. Tengo una historia biográfica bicultural y bilingüe. No me siento violentada por el desarraigo. Básicamente, porque tuve esa fortuita naturaleza en mi familia. Yo escribo desde lo interno o confesional conectando hacia afuera con cualquier lugar del mundo. Siento que hay un movimiento y una conversación que es global. La sensación apocalíptica puede pasar en Santiago sentada acá o en EEUU en la playa. Siento que estoy conectada constantemente. Me siento muy chilena. Ni me lo cuestiono.