“Bohemian Rhapsody” se llama la cinta sobre Freddy Mercury, que esta semana llega a los cines nacionales. Una película que tuvo un complicado camino en los cerca de ocho años que hubo entre la primera vez que se comunicó que iba a haber un proyecto cinematográfico relacionado a la voz de Queen y su estreno. No sólo la responsabilidad de encarnar al hombre nacido con el nombre Farrokh Bulsara pasó por dos actores distintos (Sacha Barin Cohen y Ben Wishaw) antes de llegar a la manos de Rami Malek, también cambió de guionista (Peter Morgan fue reemplazado por Anthony McCarten) y de director, luego de que Dexter Fletcher fuera sustituido por Bryan Singer, solo para volver a asumir su rol original, tras el despido del hombre responsable de las cintas sobre los X-Men y “Superman Returns”.
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Mucho ruido para una de las películas más esperadas de este 2018, que definitivamente afectó el resultado final de la cinta. Con dispar recepción de la crítica especializada, lo cierto es que “Bohemian Rhapsody” presenta varios problemas, que conviven con la gran actuación de Malek y una historia que posee un ritmo que hace que el espectador termine entretenido con su historia. Una que es bien liviana y que no se hace mayores preguntas entorno a un grupo y un front man que se convirtieron en leyendas.
Todo inicia en la previa del histórico concierto Live Aid de 1985, al que Queen se incorporó a última hora y terminó robándose el espectáculo con 20 minutos soberbios de Freddy Mercury. Pero antes de salir al escenario instalado en el estadio de Wembley, el relato hace un salto en el tiempo y nos presenta a la voz de “I want to break free” en un aeropuerto de Londres moviendo maletas. La historia avanza rápido y en pocos minutos, cuenta cómo Farrokh Bulsara conoce al guitarrista Brian May (Gwilym Lee) y al baterista Roger Taylor (Ben Hardy), su primer show y la adopción de Freddy como su nombre oficial.
Es es uno de los primeros problemas de la cinta. Todo los temas relevantes detrás de la figura de Mercury son mencionados y no hay una mirada más profunda en los distintos aspectos de la vida del vocalista. Su relación con sus padres farsis, que emigraron de la India es fugaz. Tampoco hay mayor trato a su sexualidad, sus excesos y ni hablar del momento en que fue diagnosticado de VIH. Mayor detención hay en su relación con Mary Austin (Lucy Boynton), quien terminó siendo su gran pilar.
A la hora de hablar sobre sus compañeros de banda, la cinta deja en claro el valor artístico de May, Taylor y el bajista John Deacon (Joseph Mazzello), pero quedan relegados a una segunda línea y en función del relato que tiene Mercury como hilo conductor. Si alguien quiere encontrarse con aspectos no conocidos de la historia de Queen, va a salir decepcionado.
Pese a ello, “Bohemian Rhapsody” logra presentarse como un cinta entretenida a lo largo de sus dos horas y 15 minutos de metraje. Y en gran parte es por el trabajo de Rami Malek. Su estudio de Freddy Mercury queda plasmado en una actuación que muchos ya especulan que estará dentro de las seleccionadas par disputar un Oscar. También destaca la recreación del show en el concierto Live Aid, momento en que la película logra generar su mayor emoción. Pero el resultado final termina lejos de ser la mega producción que una leyenda de la música merece, y es una alerta de cara a la llegada de otro proyecto cinematográfico que puso sus ojos en otro ícono musical como lo es Elton John, ya que Dexter Fletcher también será el responsable de “Rocketman”, a estrenarse en mayo del próximo año.