Nick Rivera Caminero es, a sus 37 años, uno de los reguetoneros más influyentes del momento. Nació en Boston, Estados Unidos, de madre puertorriqueña y padre dominicano, y su familia decidió irse a vivir a Puerto Rico cuando él tenía 10 años. Desde esa edad comenzó a rapear y a trabajar para ayudar a sus padres.
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Fue descubierto mientras trabajaba como empacador en un supermercado, y llegó a grabar un disco cuando apenas tenía 11 años. Gracias a que ya era bilingüe, pudo trabajar como telonero en algunos conciertos, donde empezó a hacerse conocido en su adolescencia.
En los años 90 conoció a Daddy Yankee, con quien formó el dúo Los Cangris. Sumergido en la vida nocturna, vino una década en la que Nicky Jam cayó en la adicción a las drogas y el alcohol, y con sus adicciones vino un tiempo de fracaso musical en el que sus hábitos autodestructivos lo alejaron del autor de la mundialmente famosa “Gasolina”.
Con su historia a cuestas, el reguetonero sabe que abrir el baúl de los recuerdos ante un público es una apuesta riesgosa. Sin embargo, insiste en que es algo que les debe a sus fanáticos y a quienes puedan estar atravesando por momentos duros, como los que él vivió en esa época. Nicky Jam espera que “El ganador” sea, más que una serie, un testimonio de vida.
Historias no contadas
“Siempre ha estado en mi mente la idea de hacerles llegar la historia de mi vida”, dice el cantante con tono decidido. “Hay muchos baches en mi carrera, mucho tiempo que la gente no sabe dónde fue o qué estaba haciendo. Tampoco saben de dónde vengo yo, cómo me crié y el porqué de muchas cosas. Yo vengo de un pasado muy oscuro, un pasado difícil”, agrega.
Con esta introducción, el cantante de éxitos urbanos como “El amante” y “Travesuras” habla sin tapujos sobre cómo sus problemas de adicción comenzaron en casa: “Mi mamá, drogadicta. Mi papá, drogadicto. Yo estuve mucho tiempo en las drogas, gracias a Dios todos salimos de ese hueco, pero quiero que la gente sepa cómo fue el proceso. No fue fácil, porque obviamente tenía que hablarle a mi papá y decirle que iba a contar la historia, y que entre más gráfica sea, mucho mejor”.
Como era de esperarse, y aunque la madre del cantante no se opuso, fue su padre quien no vio con buenos ojos que sus vidas personales fueran expuestas. Nicky Jam recuerda ese momento de diálogo y asegura que le dijo a su padre que este era un paso necesario en sus vidas. “Yo necesito contar la historia para que sea algo que ya salga de mí”, y lo convenció de que él debía estar orgulloso de haber salido de las drogas.
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“El éxito mío no fue fácil, fue un crecimiento muy agresivo, entonces siguen esas guerras internas. Pero yo creo que la historia se enfoca un poco más en mostrar las cosas que tuve que sufrir para llegar al éxito”, dice Nicky.
Redención y nuevos comienzos en Colombia
“Colombia fue perfecta para ese nuevo Nicky Jam”, asegura el cantante, quien llegó en 2010 con ganas de empezar de nuevo, tal vez sin saber que se quedaría a vivir en Medellín. “Yo estaba jodido, pero esta segunda oportunidad que Dios me dio la cogí, todo lo que aprendí en este país lo usé y fue lo mejor porque transmití una nueva energía”, asevera, señalando que en estas tierras aprendió que podía ser un artista urbano y alejarse de la estética del lujo y lo material para enfocarse en hacer música. “Acabo de comprar un Mazda 6. En mi país un Mazda 6 nunca habría salido en las redes sociales, la cultura de acá me enseñó algo totalmente diferente”.
Todo lo que el cantante vivió le ayudó a repensar su legado, y hoy en día quiere honrar a sus ancestros, yendo más allá de los hits y los premios musicales. “Quiero que me recuerden como un humano que trató de hacer lo correcto. Me encanta ayudar a la gente y ver su sonrisa, eso me da felicidad. Mi abuelo (Eladio Rivera) era mi ídolo, él ayudó a todos en el barrio. Yo quiero ser como él, pero mi barrio es el mundo, quiero lograrlo, pero aún me falta mucho”.
Al mirar hacia atrás, el cantante asegura que no cambiaría nada de su tormentoso pasado, por más arrepentimiento que hubiese sentido, “todo eso me hizo lo que soy hoy”, comenta en tono serio, hasta que admite, entre risas, que sólo se cambiaría “el tatuaje, el búho que tengo en el cuello, ¡porque eso fue una loquera!”. Aun así, admite que “la nostalgia no para” al momento de revivir sus días en lugares donde también tiene recuerdos de luchas y alegrías.
Del micrófono a las cámaras
En esta serie, Nicky Jam se mide en el campo de la actuación. Los escenarios y el show business no le son ajenos, por lo cual dijo haberse sentido bien durante las grabaciones, donde aparece en sus versiones de niño, joven y adulto, interpretándose a sí mismo en esta última. “Creo que siempre he tenido carisma. Canto desde los ocho años y cuando hacía videos siempre había un pedacito de actuación.
Sobre la serie, en la que el elenco se completa con actores como Diego Cadavid y Ana Lucía Domínguez, entre otros, afirma: “Fue como hacer 13 películas, fue duro y si dicen que no sé actuar, es porque son envidiosos (risas). En la grabación lloré muchas veces”, cuenta.
Las mentes detrás de la historia
El timonel de la serie producida por Netflix es el director dominicano de videos musicales Jessy Terrero. “Ningún director iba a poder entender el mundo latino mejor que Jessy Terrero. Él fue el de la idea de hacer la serie y se conectó con Netflix”, relata el cantante, quien agrega que el escritor del guion fue un puertorriqueño (Ari Maniel Cruz), movida clave para adoptar la jerga del cantante.
Tener un buen equipo fue crucial para la realización de la serie, dice Nicky, quien está convencido de que su historia está en buenas manos y no se verá como una caricatura de su vida. “Muchas veces han intentado hacer la historia de artistas de reguetón, pero no entienden la esencia. Entonces se ve como una parodia de lo que sería un reguetonero. Yo soy un director frustrado, entonces dije que la única manera de estar era si podía estar involucrado. Yo creo que la gente va a disfrutar mucho la serie porque estoy seguro de que van a ver algo que nunca han visto en su vida”.