Albert Finney, el carismático actor británico nominado al Oscar que trabajó en películas que van desde la picaresca «Tom Jones» hasta la de acción «Skyfall», falleció. Tenía 82 años.
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La familia de Finney informó el viernes que el artista “murió en paz después de una breve enfermedad, con sus seres queridos a su lado”. Falleció el jueves de una infección de pecho en el hospital Royal Marsden en Londres.
Finney fue uno de los pocos astros que se las arregló para evitar los reflectores de Hollywood durante más de cinco décadas tras alcanzar la fama internacional en 1963 en el papel titular de “Tom Jones”.
La película le significó la primera de cinco nominaciones al Oscar. Recibió otras por “Murder on the Orient Express” (“Muerte en el Expreso de Oriente”), “The Dresser” (”El vestidor”), “Under the Volcano” (“Bajo el volcán”) y “Erin Brockovich”.
En los últimos años participó en varias cintas de acción, entre ellas el thriller de James Bond “Skyfall” (“007: Operación Skyfall”) y dos de las películas de la franquicia de Jason Bourne.
Con la versatilidad de un virtuoso, encarnó a lo largo de los años a Winston Churchill, el papa Juan Pablo II, un abogado del sur de Estados Unidos, un gángster irlandés y un pícaro del siglo XVIII, entre docenas de otros personajes. No existió un personaje tipo «Albert Finney» al que volviera una y otra vez.
En uno de sus últimos papeles, el del escocés gruñón Kincade en “Skyfall”, dio una clase magistral de actuación al compartir la pantalla en las escenas finales con Daniel Craig como Bond y Judi Dench como M.
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Aunque hablaba poco sobre su vida personal, en 2012 dijo al Manchester Evening News que sufrió cáncer de riñón y fue tratado con cirugía y quimioterapia. También explicó por qué no asistía a la ceremonia de los Oscar a pesar de estar nominado. “Parece una tontería ir allá y suplicar que te den un premio”, dijo al diario.
Hijo de un corredor de apuestas, Finney nació el 9 de mayo de 1936 y creció a las afueras de Manchester, en el norte de Inglaterra. Desde temprana edad actuó en obras escolares, y a pesar de tener un origen humilde y falta de conexiones pudo ingresar a la prestigiosa Academia Real de Artes Dramáticas.
Reconoció al director de su escuela local, Eric Simms, por recomendarle que fuera a una reconocida escuela de teatro.
«Él es la razón por la que soy actor», dijo Finney en 2012.
Finney debutó profesionalmente a los 19 años y apareció en varias películas hechas para televisión, incluyendo «She Stoops to Conquer» en 1956 y «The Claverdon Road Job» al año siguiente.
En poco tiempo, algunos los críticos empezaron a calificarlo como “el próximo Laurence Olivier”, alguien que iluminaría las tablas británicas. El eminente crítico teatral Kenneth Tynan lo llamó “un joven Spencer Tracy latente” y le habló de él a Richard Burton, para entonces un astro consagrado. En Londres, Finney se destacó tanto en obras de Shakespeare como en contemporáneas.
Con todo, el joven actor parecía resuelto a no seguir el camino convencional al estrellato hollywoodense. Rechazó el papel protagónico en la épica de David Lean “Lawrence de Arabia”, lo que le abrió el camino a su condiscípulo en la Academia Peter O’Toole para el que sería su papel consagratorio.
Sin embargo, sí llegó al estrellato con “Tom Jones”, donde cautivó a las audiencias alrededor del mundo con su retrato simpático, gracioso y sensual de un pícaro inglés del siglo XVIII.
Ese fue el papel con el que se dio a conocer entre el público estadounidense, y pocos olvidarían al vigoroso protagonista de ojos azules que ayudó al filme a ganar el Oscar a la mejor película. Finney también fue nominado a mejor actor por su trabajo y se convirtió en un actor principal en Hollywood.
El director Tony Richardson dijo que su meta para «Tom Jones» era simplemente producir una comedia agradable.
«Sin un significado social por una vez», expresó. «Sin problemas contemporáneos que exponer. Pura diversión colorida y sensual».
Finney tuvo la buena fortuna de recibir un buen porcentaje de las ganancias del sorpresivo éxito, lo cual le dio la seguridad financiera aún siendo un veinteañero.
«Este es un hombre de orígenes muy humildes que se hizo rico cuando era muy joven», dijo Quentin Falk, autor de una biografía no autorizada de Finney. «Le trajo muchos beneficios adicionales. Es un hombre al que le gusta vivir además de actuar. Disfruta de los buenos vinos y cigarros. Solo responde a sí mismo. Es algo que encuentro bastante admirable».
El actor mantenía un sano escepticismo sobre el establishment británico e incluso rechazó un título de caballero cuando se lo ofrecieron, declinando convertirse en Sir Albert. Una vez dijo que no creía en tales honores.
«Quizás la gente en Estados Unidos piensa que ser un ‘Sir’ es una gran cosa», dijo Finney. «Pero pienso que todos juntos debemos ser señores. Pienso que eso de ‘Sir’ perpetúa ligeramente una de nuestras enfermedades en Inglaterra, que es el esnobismo. Y también ayuda a mantenernos ‘pintorescos’, algo de lo que no soy un gran admirador».
En vez de aprovechar y aceptar papeles lucrativos después de «Tom Jones», Finney se tomó un largo sabático y viajó por los Estados Unidos, México y las islas del Pacífico, para después volver al teatro londinense y actuar en producciones de Shakespeare y otras obras. Fue ampliamente aclamado y recibió muchos premios antes de regresar al cine en 1967 para protagonizar con Audrey Hepburn «Two for the Road» (“Un camino para dos”).
Esta alternancia entre el cine y producciones teatrales en Londres y Nueva York se volvería habitual.
Finney abordó a Charles Dickens en «Scrooge» en 1970, interpretó al gran sabueso de Agatha Christie, Hercule Poirot, en «Muerte en el Expreso de Oriente»— lo que le ganó su segunda nominación a mejor actor — e incluso dio vida a un cazador de hombres lobo en la película de culto «Wolfen» en 1981.
Recibió más nominaciones al Premio de la Academia al mejor actor por sus papeles en el candente drama marital «Shoot the Moon» (“Donde hay cenizas”) en 1982, con Diane Keaton, y «The Dresser» en 1983. Fue nuevamente postulado en 1984 por su papel de un alcohólico autodestructivo en «Bajo el volcán», dirigida por John Huston.
Aun durante su extraordinaria sucesión de grandes papeles, y su aclamada interpretación del papa en la televisión, la vida de Finney no era tema de notas en People Weekly y otras revistas de la farándula, aunque la prensa británica estaba fascinada con su matrimonio con la sensual estrella francesa del cine Anouk Aimee.
Finney hizo una serie de películas independientes más pequeñas durante varios años antes de retomar prominencia en el 2000 como un abogado sureño en la película «Erin Brockovich», protagonizada por Julia Roberts. El filme ayudó a presentarle a Finney a una nueva generación de cinéfilos, y la química entre el viejo abogado y su ayudante, una joven dinámica y agresiva, desembocó en otra nominación al Oscar, esta vez a mejor actor de reparto.
Su trabajo también ayudó a propulsar a Roberts a su primer Premio de la Academia como mejor actriz. Y aun así, Finney declinó asistir a la ceremonia, posiblemente afectando sus futuras probabilidades de Oscar con su desaire a la élite de Hollywood.
Pasó a actuar en «Big Fish» (“El gran pez”) de Tim Burton y encarnó al líder británico Winston Churchill en «The Gathering Storm» (“Tormenta en ciernes”).
También probó dirigir y producir y desempeñó un papel vital en el sostén del teatro británico.
El teatro Old Vic dijo tras la muerte de Finney que sus «actuaciones en obras de Shakespeare, Chejov y otros dramaturgos emblemáticos a lo largo de los 60, 70 y 80 se destacan como unas de las más maravillosas en nuestros 200 años de historia».
A Finney le sobreviven su tercera esposa, Pene, su hijo Simon y dos nietos. No se informó de inmediato sobre los arreglos funerarios.