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El asombroso fenómeno de Paloma Mami

Nuestro columnista Sebastián Cerda analiza el presente de la cantante nacional

Los más jóvenes ya se acostumbran a su rostro, y aceptan con gusto o resignación cómo sus canciones se adhieren con ventosas a sus sentidos. Buena parte de los mayores, en tanto, aún se pregunta quién es esta Paloma Mami de la que tanto se habla, de dónde salió, y por qué parece haberse transformado súbitamente en el futuro y la salvación de la música toda.

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Esta última podrá sonar a reflexión propia de viejo demodé, pero lo cierto es que tiene innegable asidero. ¿Cómo es que, prácticamente de un día para otro, una comunidad entera se volvió loca por una artista de la que apenas se conocía una canción? ¿Por qué esa locura sólo parece crecer ahora que los temas son dos, cifra con suerte menos escuálida que la anterior? ¿Cómo, a pesar de esa acotadísima producción, medios tan prestigiosos como “Rolling Stone” y “Billboard” hablan de ella como la artista que vino a cambiar el trap, o la figura que hay que seguir este año? ¿Qué la transformó en la chilena con más oyentes mensuales en Spotify?

La verdad es que, a estas alturas, esas preguntas ya no deben dar lugar a reparos. El asombroso fenómeno de Paloma Castillo, a.k.a. Paloma Mami, ya devino en algo que amerita más observación que cuestionamientos, desciframiento antes que subestimación.

Tras la estupefacción inicial, ya podemos dar paso a la certeza de encontrarnos ante un caso que puede resultar paradigmático de cara a lo que viene en el mundo del pop: tiempos en los que, como nunca antes, el disco será un lujito innecesario para el curso de un artista, y en los que quienes quieran superar la cota del éxito deberán exhibir algo más que talento musical.

Paloma Mami demuestra saber de eso, y hoy es quien es porque supo rodar con la bola de nieve, alentando la creación de un personaje que terminó estimulando la curiosidad y el deseo de no quedar fuera de la conversación en boga. Es la que es, porque supo instalarse como figura referencial para un grupo de adolescentes, quienes pueden verla no sólo como un faro en materia de moda y tendencias, sino también de estereotipos algo menos convencionales de belleza.

Es quien es porque supo surfear en la ola “trap” que domina las listas y hace proliferar artículos, de ésos que requieren iconos para identificar un movimiento, sobre todo ante los ojos de quienes lo miran desde afuera, y que son los que terminan por sacar las cosas de los nichos para volverlas globales.

Es la que es, porque tiene asumido que el negocio no está en los álbumes, sino en los singles, y que la cosa hoy no va por venta formal alguna, sino por reproducciones en plataformas y seguidores en redes sociales, donde lo que se proyecta importa tanto o más que lo que se hace.

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Ella tiene todo eso, sí, pero probablemente no habría nada de lo anterior si es que esas dos únicas canciones que hasta ahora puede exhibir, hubieran sido un par de fiascos. “Not steady” y “No te enamores de mí”, por el contrario, son todo lo que entendemos por un tema “oreja”: Adhesivos, recordables, amigables, tarareables.

Dar con ese tipo de piezas, por supuesto que no es fácil. Se requiere un feeling, un olfato, una intuición y una muñeca que muchos se quisieran, y que Paloma Castillo da señales de poseer. Si los tiene o no, terminaremos de saberlo cuando haya algo más de repertorio sobre sus hombros, momento en que podremos decir con más determinación y menos entusiasmo, si efectivamente estamos o no ante la presencia de una artista del futuro.

Las opiniones expresadas aquí no son responsabilidad de publimetro

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