«Betty la Fea» ha pasado a la historia no solo por ser la telenovela más exitosa. También ha logrado el paradigma de la heroína que se queda con el galán pero no por su belleza sino por ser precisamente lo opuesto a esto y también por su enorme habilidad empresarial y financiera.
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Sin embargo, al retransmitirse la novela por el canal RCN en Colombia (y también en Youtube) hemos notado varios comportamientos y estereotipos que en 2019 ya no tienen cabida y que dan mucho de qué hablar sobre lo que considerábamos normal en la época en la que «Betty» fue transmitida por primera vez. Y que claro, nos hacen pensar que Betty no es tan inocente… ni Marcela tan mala, ni Armando tan ideal como para ser el partido del año y eso hace a la novela una obra magistral y compleja, de todos modos . Veamos.
Marcela es la verdadera víctima de todo esto
Veamos: duras tres años con un tipo que te es repetidamente infiel, un infiel serial. Que te miente y te engaña, pero lo sigues amando. Aún a pesar de eso, sigues creyendo que «te ama» y peleas por él como si fuera una presa. Votas (por delante de tu hermano, mucho más inteligente) por él para presidente. El tipo te sigue siendo infiel y fuera de eso impone a una asistente de la que se termina enamorando y con la que también te engaña… a horas de la boda . Te arruinas casi por pagar esa maldita boda y el tipo te confiesa que sigue amando a la otra. Aún así LO SIGUES AMANDO, a pesar de que TAMBIÉN MALVERSÓ A LA EMPRESA QUE TAMBIÉN CONSTRUYÓ TU FAMILIA. Y luego te sigue demostrando que aún ama a la otra, todo el tiempo, PERO LO SIGUES AMANDO.
¡Marcela Valencia! ¡Despierta! En toda la novela no dan más ganas que de sacudirla y decirle que huya corriendo, que mande a Armando al diablo, que tenga un poco de dignidad, esa que ella le decía a Patricia que no tenía, -pero ella era mucho peor-, era víctima total de Armando (y de Betty). Esta pobre mujer, tan inteligente (y con grandes defectos como su clasismo, nepotismo e ínfulas de gran señora) y tan bella solo es el trapito de poner de Armando. Es una víctima psicológica, encadenada totalmente, de una relación tóxica que termina destruyéndola. Pobrecilla: además con esa amiga horrible y aprovechada de Patricia está totamente sola.
Armando, tu apestas
Quizás él solo se redime, porque como personaje, en el 80% de la novela, no tiene nada de redimible. Es un junior arrogante que usa la violencia para imponer autoridad y respeto en sus subordinados. Lo que le hizo a Patricia (jalarle el pelo) daría cárcel o al menos para una demanda en estos días. Los gritos repetidos a Betty y sus humillaciones ya le hubieran valido una gran demanda por acoso laboral. Su ego, su propio ego es el que lo conduce al desastre en todo. Es un depredador sexual, totalmente, al comienzo de la novela y su forma de tratar a las modelos (pobre Karina Larson, pobre Claudia Bosch) lo deja ver con todo. Para él su novia y todas ellas son solo cosas, igual que Betty. Simples cosas. Por eso cuando Betty comienza a cambiar las reglas de juego, es que realmente tiene un interés. Pero es un macho primario, celoso, posesivo, que no comienza a valorar a las mujeres sino hasta que Betty le destruye todo y comienza a reconocerla como un gran elemento profesional y una mujer, no un objeto . Y sí, Michel la merecía más (come at me).
En «Ecomoda», ya no saben qué hacer con él: es como un títere junto a Betty, aunque es bastante tierno, eso sí, con esposa e hijita, lo que le da algunos puntos, pero siguen algunos de sus comportamientos absurdos.
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Una empresa llena de depredadores sexuales
¿Se han fijado que a excepción de pocos personajes masculinos como Hugo, el marido de Berta, Freddy, un poco don Hermes, Nicolás y Roberto, la mayoría de tipos de Ecomoda son unos acosadores y depredadores sexuales espantosos? Daniel viola prácticamente a Patricia en su segundo encuentro y la trata como un objeto, la degrada de todas las formas posibles y sí, es de los tipos que con poder coerciona a sus parejas sexuales. Gutiérrez es un acosador sexual al chantajear laboralmente a Aura María y solo busca a las secretarias por su atractivo. Armando es una bestia sexual y un machito depredador que junto con Mario ve en las modelos un coto de caza. Y Mario es idéntico, aunque más abierto al respecto. Para estos tipos las mujeres no son iguales, no son respetables, solo se dividen entre mujeres para acosar o conquistar y las «feas». No hay más.
Hugo, el gay venenoso ya no es relevante, consíguete una personalidad
Si bien la novela rompió cánones de género al mostrar a alguien abiertamente gay y asimismo, enfrentar al machito de la novela a sus propios prejuicios al volverlo drag, Hugo es el estereotipo de gay más grande del universo. El gay que odia a las mujeres que no corresponden a sus cánones estéticos (y a los hombres). El gay que destruye a quienes no considera «dignos» de su círculo ni su apreciación. Hugo es totalmente clasista, totalmente bully con Betty y sus amigas, discriminador al mil por ciento, como muchos gays que siguen propagando modelos de masculinidad y machismo tóxico y que corresponden a un estereotipo con el que muchos otros ya no están de acuerdo. Pero se le abonan dos cosas: es el primero en criticar el comportamiento depredador de Armando y Mario con sus modelos y las protege a toda costa. Y a pesar de que es un jefe abusador, se arrepiente y se preocupa de Inesita como si fuera su propia madre.
El acoso laboral NO ES ACEPTABLE
No, no es gracioso que Armando grite a Betty y hasta a la pobre señora de los tintos por todo. No es aceptable el trato que le da Armando a su asistente, no es aceptable que Marcela sea nepotista y haga triquiñuelas sucias para sacar a Betty, no es aceptable el trato que da Gutiérrez a Berta, ni siquiera lo que hace Hugo con Inesita ni los miles de comentarios horribles a Betty, con impunidad, en toda la novela. Ecomoda se raja en prácticas laborales en este siglo.
Mario es el verdadero villano
Idea el horrible plan para arruinar a Betty y a pesar del sufrimiento de su supuesto mejor amigo, jamás se arrepiente de nada. ¡Es más! sigue pensando lo mismo de Betty y que no hizo nada malo incluso en «Ecomoda». Nunca tiene remordimiento por haber destruido a tantas vidas y a tanta gente, nunca tiene remordimiento por cómo trata a sus parejas y nunca paga por nada. Es un psicópata de marca mayor, así sea muy gracioso en sus diálogos con Armando.
El cuartel de las feas en su mayoría son un asco
La única sensata de ese grupo de tontas aprovechadas es Inesita. Es la que mejor aconseja a Betty y la que menos interfiere o la presiona en su vida privada. De resto, son bastante ventajosas, sobre todo cuando Betty comienza a obtener poder y le dan consejos la mar de estúpidos o incluso se meten donde no las han llamado. Son muy graciosas, pero es evidente que no tienen muchas veces la lucidez o madurez para tomar buenas decisiones, ni siquiera en sus propias vidas. Igual eso hace parte del encanto de la novela.
Betty, no eres tan inocente ni tan santa
Chica, METERTE CON TU JEFE ASÍ ESTÉ COMPROMETIDO ES INEXCUSABLE, aunque tengas muy buenas razones para hacerlo. Y sí, a Betty se le notan las dudas, pero sigue adelante y lo paga con sangre. Igual, como a muchas secretarias y asistentes en la historia laboral de muchos lados (ella es un poco como Peggy de «Mad Men» en sus comienzos), le toca ser cómplice de las conquistas sexuales de su jefe y tapárselas para conservar el cuello y esa relación era mucho más de sirviente humillado que de iguales al comienzo, lo que dice mucho de la poca autoestima de Betty para elegir a un gañán así. Y, como bien dijo Daniel Valencia en la junta: a Betty nadie la obligó a ayudarle con todos sus torcidos y eso le pesó bastante en la conciencia.
Don Hermes es un buen talibán
En pleno 1999, mientras las chicas de «Sex and the City» dormían con varios tipos en Manhattan y tomaban Cosmopolitans, la profesionista equiparable a ellas más famosa de Colombia tenía que pedirle permiso a su padre para ir a una reunión con puras mujeres más allá de las 11 de la noche, lo que dice TODO sobre la dinámica familiar en la que aún están muchas profesionistas jóvenes en Colombia. Pero el machismo de don Hermes no tiene parangón: es despótico y brutal en el trato con su propia esposa (hubiera sido genial ver a doña Julia enojada más seguido) y también bastante controlador con su única hija, a quien incluso le controla su manera de vestir y maquillarse. Proteger a Betty así y encerrarla fue lo que la terminó jodiendo de por vida en muchos sentidos, todo se rompe hasta cuando llega Catalina Ángel. Controlarla solo la hizo más insegura, con una autoestima pobre, opaca, oscura, apagada. Don Hermes, Osama bin Laden habría tenido un gran militante en sus filas.
Bonus track: Pobre Patty
Esta chica tiene la historia más triste de toda la telenovela. Es alguien que poco a poco va cayendo al fondo, sin una salida, porque la han criado para ser una esposa trofeo y cuando se da cuenta de que no tiene opciones dentro de su círculo a primera vista, busca como sea recobrar su posición. Para eso se les ofrece a todos los varones que ella considera «buenos partidos» pero que la terminan tratando peor que su primer marido y a cambio de nada. Y sigue aparentando, como sea, porque no tiene nada más, no tiene la lucidez para cambiar de vida y el orgullo no la deja ni siquiera acercarse a Nicolás, el tipo que le demostró que haría todo por ella (y que era un buen amante, además). La pérdida de su Mercedes, sus vestidos, joyas, estatus, son una catástrofe lenta y dolorosa que ella enmarca en una actitud odiosísima. Eso es muy triste de ver.